miércoles, 31 de diciembre de 2008

TODOS LOS MUSULMANES HOY SOMOS PALESTINOS



Du'a del Shej Mishary Rashid ibn Alafasy por los Hermanos de Gaza.


¡ Allah nos basta, que excelente Protector!¡

Oh! Poseedor de Majestad y Poder.

¡ Oh Allah ! Salva a nuestros hermanos en Gaza.

¡ Oh Allah ¡ Sirveles y ayudales.¡ Señor nuestro !

Agraciado sera que este a tu lado.Glorificado sea Tu Elogio.

Divinos son Tus Atributos.¡ Oh Allah ! Tus ordenes no se rechazan.

Tus soldados no se derrotan.Glorificado y alabado seas.

¡Oh Allah ! Enfrentrate a los judíos injustos.

¡Oh Señor ! Quien hizo Descender el Libro.

Y quien mueve las nubes vencedor de los Infielesderrotales y sacudeles.

¡ Oh Allah! muestranos Tu Asombroso Poder en su castigo.

Asesinos de Mensajeros y Profetas.Inicuos de Inocentes

¡Oh Allah! Libera a nuestros hermanos en Gaza.

¡Oh! Poseedor de Majestad y poder.

¡Oh Allah! Libera a sus prisioneros, cura a sus enfermos, resuelve sus desgracias.

¡Oh Allah! Cambia sus miedos en confianza.

¡Oh! Poseedor de Majestad y Poder.

¡Oh Allah! Enaltece el Islam y los musulmanes.

Y humilla a los infieles y derrota a los enemigos de la religióny protege a al circulo del islam y une a los creyentes sobre la Verdad,¡Oh Señor de los mundos!¡Oh Allah! Salva a los oprimidos musulmanes en cualquier lugar.

¡Oh Allah! Normaliza la situación de nuestros hermanos en Palestina, Irak y en todo lugar.

¡Oh Allah! Une sus corazones,y Guiales al buen camino.Y sacalos de la oscuridad a la Luz.

¡Oh! Poseedor de Majestad y Poder Ya Allah concede al Pueblo Palestino la Victoria de ser libres y respirar el aire puro en armonía, y ese día levantar sus ojos al cielo exclamando WA LA GHALIBA ILA LAH - NO HAY VENCEDOR SINO ALLAH

lunes, 29 de diciembre de 2008

¿Cómo recordar el año nuevo Islámico?

por Hiyabi.A.Fajirah
hoy comienza un nuevo año hiyri, pero debes recordar q festejar el año nuevo o decir feliz añoñ nuevo no es de la sunnah, el Profeta sws nunca lo hizo, y debemos alejarnos de hacer eso copiandolo de los incredulos, es algo muy comun que se ve en los musulmanes.Lo importante de este dia es leer sobre hegira reflexionar sobre esto y hablar de esto con los nuestros, esa es nuestra herencia.
Las Festividades islámicas
Un nuevo Año Islamico
Por la voluntad de Allah algunos días son mejores que otros, y algunos meses son más considerados que los demás; Dios indico a sus siervos cuales son esos días y meses preferidos, para aprovecharlos en sincera devoción y mayor obediencia, mereciendo así su mejor recompensa y la mayor complacencia de el Altísimo.
Las festividades son conocidas desde las primeras sociedades humanas y cada nación tiene sus celebraciones, en las que manifiesta sus alegrías, como momento de regocijo y júbilo y una oportunidad para el descanso y la despreocupación cotidiana causada por el largo viaje de la vida.
Relato Anas que, cuando emigro el Profeta a Medina, tenían (la gente de Medina) dos días de juegos y diversiones; les dijo: "Dios os cambia estos dos días por otros mejores: la fiesta del Ramadan y la del Sacrificio" .
De esta manera, el Islam acepto la idea de las festividades, pero haciendo de ellas algo relacionado con la identidad del musulmán y con dos pilares del Islam, que son el ayuno y la peregrinacion. Algunos pueblos encuentran en las festividades la oportunidad para jugar y divertirse sin limites, cometiendo errores y pecados, violando las reglas y leyes; en el Islam, en cambio la celebración es de tipo sano y dentro del instinto natural, generando en el ser una mayor fuerza para continuar sus esfuerzos.
Las diversiones licitas y los buenos cantos son tradiciones islámicas; relato Aisha , la esposa del Profeta Muhammad ; "Un grupo de abisinios estaba haciendo una exhibición ante Muhammad en un día de `Id (Festividad Islamica), y me asome por encima de su espalda para presenciar el acto; el bajo sus hombros para que yo pudiera ver mejor, así que me quede viéndolos hasta mi satisfacción, y me fui" Y relato tambien Nos visito Abu Bakr en el `Id, y en ese momento había en casa dos chicas recordando el día de Buath de manera cantada; Abu Bakr protesto diciendo: "La flauta del diablo en la casa del Profeta. Le respondió el Profeta: "Toda nación tiene su festividad, y hoy es la nuestra"
Allah hizo el `Id como punto culminante del mes de Ramadan para manifestar la alegría y expresar el agradecimiento a Allah por habernos facilitado el cumplir el ayuno; de igual manera se relaciona la fiesta del Sacrificio con la Peregrinación.
Así durante el ayuno se practica una abstención de las habituales costumbres de comer y beber, en cumplimiento de la orden divina; eso culmina con la felicidad de haberlo logrado y de haber vencido a los propios instintos. Los angeles llaman a ese día (`Id) "el día de la recompensa" . Relato Sa`ad Ibn Aus Al Ansari que el Profeta dijo: En el día del `Id Al Fitr (la fiesta del Desayuno) los angeles se instalan en los caminos, llamando: `Oh, Musulmanes!! Acudid a Dios el Generoso, que agracia con la bondad y luego la recompensa abundantemente; fuisteis ordenados a rezar durante la noche y lo hicisteis, y a ayunar durante el día y ayunasteis obedeciendo a vuestro Señor. Recibid, pues, vuestro premios`. Y tambien , la felicidad de la fiesta del Sacrificio es compartida con los peregrinos por acudir al llamado de Allah (Dios), en la peregrinación hacia su Casa Sagrada. Relato Anas que el Profeta Muhammad dijo: "Los peregrinos (Hajj) y los visitantes de la Meca (que realizan la Umar) son los huéspedes de Allah, a quienes El concede sus peticiones, les acepta sus suplicas y les repone sus gastos" Relato Abu Huraira que escucho al Profeta Muhammad decir: "Quien peregrine sin pecar ni discutir volverá como el día que de su nacimiento".
Algunos de los grandes sabios del Islam* afirmaron que la innovación en los actos de adoración y de la religión (Bid'a) es mas amada por Iblis (el demonio) que los pecados, porque las personas se arrepienten de los pecados, pero no se arrepienten de las innovaciones, pues éstas a sus ojos son actos de devoción y piedad. Y que la innovación es la causante de la incredulidad (kufr). Shaytan (el demonio) posee el conocimiento de los caminos que conducen a las innovaciones, aunque éstas se basen en la buena intención de la persona.
El musulmán no debe celebrar mas que aquellas fiestas que fueron prescriptas: el Eid al-Fitr, Eid al-Adha y el Eid semanal (viernes), no hay más día de fiesta o festival en el Islam que estos. Cualquier celebración fuera de estas es una innovación.
Por lo tanto, en adición a ser una innovación, puede ser un acto de parecerse a los enemigos de Allah. Los días de fiesta de la Sharia son bien conocidos entre los musulmanes. Entonces Cada día de fiesta que es inventado junto a ellos es rechazado por ser una innovación y no estar en la Sharia. Esto es porque el Profeta dijo: “Cada hecho introducido en nuestro asunto que no pertenezca a ello es rechazado” .
Esta es la religión por la cual Allah está complacido tener para que Sus siervos sigan. No puede haber adición o sustracción de esta religión.
Siendo el hecho de celebrar el año nuevo una innovación una imitación a los no musulmanes. La personalidad del musulmán debería estar definida por la Ley de Allah, como que él sea seguido y no un seguidor, tal como se convierte un ejemplo y no un discípulo. Este debería ser el caso porque la Ley de Allah, alabado sea, es completa y perfecta en todos los aspectos. Allah dice en el Corán: “Este día, he perfeccionado su religión para ustedes, completado Mi Favor sobre ustedes y escogido para ustedes el Islam como su religión” (Sura al-Maidah: 3). Por lo que imitar a otros en su celebración del año nuevo, como ser brindando, realizando fiestas o tirando fuegos artificiales es un claro error.
Esto no significa que el musulmán debe pasar este día sin reflexionar sobre este asunto, ¡No!, es menester que el musulmán reflexione acerca de los hechos que pautaron el comienzo del calendario islámico, recordar la emigración del profeta Muhammad (saws) y su llegada a la ciudad de Medina. Reflexionar, también, sobre lo que transcurrió en su vida durante el año que termino y lo que debe mejorar para el nuevo año. Al respecto del un nuevo año se debe reflexionar: ¡Que cerca está la vida de la muerte! Es nuestro futuro inevitable, despedimos un año más de nuestras vidas y recibimos un año que no sabemos si lo completaremos. Por lo tanto debemos reflexionar en las obras que realizamos en este año que se va, si vemos que fueron buenas alabamos a Allah y seguimos firmes en ellas; pero si fueron malas debemos corregir los errores cometidos.
Y Allah, el Altísimo sabe más sobre todas las cosas, nos encomendamos a Él y Le rogamos nos guíe por el camino recto. Amín
* Tal afirmación la ratifican el Sheij al Islam Ibn Taymiah y su alumno Ibn Qayim al Yawzi.
Fuentes: (El Generoso Qur'an. Sahih Muslim y Bujari. Jutba 2 /1/1426 H. Sheij Bader Al Jhaimi. K itab at-Tawhid Muhammad ibn Abdul-Wahab. Sheik Ibn Uthaymin. Fatwa al-Marah. El Nectar Sellado, transcripto por Ahl Sunna)

domingo, 28 de diciembre de 2008

LOS SIGNOS DEL DIA DEL JUICIO

EN EL NOMBRE DE DIOS CLEMENTE MISERICORDIOSO.
este es un mail que me envio la hermana sahar, que Allah swt la bendiga.
para pensar..

SIGNOS DEL DIA DEL JUICIO
¿Por que es tan difícil decir la verdad, pero en cambio tan fácil decir una mentira?

¿Por que estamos tan somnolientos en la mezquita, pero en cuando acabamos de rezar, de repente, nos despertamos?

¿Por que es tan difícil hablar de Allah pero tan fácil hablar de cosas obscenas?

¿Por que es tan aburrido mirar un reportaje islámico, pero tan fácil mirar uno obsceno?

¿Es tan fácil borrar un e-mail que hable de dios, pero en cambio siempre nos olvidamos de borrar los obscenos?
¿Por que disminuyen la cantidad de mezquitas y en cambio aumenta la cantidad de discotecas?.... Te das cuenta?... Piensa en ello… Piensas borrar o olvidar esto?
Recuerda que Allah te está mirando. El shaitan querrá parar esta cadena; Piensas ser tú el culpable?
Cuando recibas esto, ora por la persona que te envió esto…
No te ha costado nada, pero tendrás preciosas compensaciones Insha allah.

continuemos… Ora por otra persona. Mirando esto te darás cuenta de lo verdaderas que fueron las palabras del Profeta Muhamad (S.W.S), las cuales fueron dichas 1400 años atrás!
Echa un vistazo…Es cierto…. El Profeta Muhamad (S.W.S) dijo estos son los signos de cuando se acerque el día del juicio final:
Los terremotos aumentarán.
El tiempo pasará mas rapido
Aparecerán muchas aflicciones.
Aumentarán los asesinatos.
Aumentará la riqueza.
Las mujeres irán desvestidas.
El adulterio se convertirá en algo común, y así también el consumo de bebidas alcohólicas.
Los camellos no serán usados como medio de transporte
La gente se transportará en “sillones” que no son “sillones” (¿coches?)
La distancia de la tierra se hará más corta
Los caballos no serán usados en las guerra
Los judíos se reunirán para vivir otra vez en Bilad canaan.
Edificios muy altos serán construidos
La desaparición del conocimiento y el aumento de la ignorancia, con muchos asesinatos.
Habrá más mujeres que hombres.
El Islam se irá desconociendo, hasta que nadie sepa lo que es rezar, la caridad o el ayuno.
Allah enviará una horrible enfermedad a los fornicadores que no tengan cuidado.(O sea VHS)
La gente creerá en las estrellas y rechazará al Qadr (¿Tarot?)
Las personas pasaran al lado de las tumbas y dirán “ojala fuera yo el que estuviera aquí (o sea el suicidio)
Dos grandes grupos de gente lucharan unos en contra de otros, y habrá muchas victimas, los dos serán de la misma religión (¿la II guerra mundial?)
Aparecerán, aproximadamente, 30 DAJJALS, cada uno de ellos asegurará ser el mensajero de Allah.

Dijo el Mensajero de Allah: “Si mi ummah soporta 15 aspectos de estos, les seguirán muchas mortificaciones” alguien preguntó “ Que mortificaciones son, mensajero de Allah?”
Él respondió:
Cuando una ganancia sea repartida solo entre ricos, sin ningún beneficio a los pobres.
Cuando una verdad signifique hacer beneficios.
Cuando hacer zakkat se convierta en una carga.
Cuando las voces se alcen en las mezquitas.
Cuando el líder de la gente sea el peor de ellos.
Cuando la gente trate a un hombre con respeto por lo que posiblemente pueda llegar a hacer.
Cuando se beba mucho vino; el viento rojo o la tierra se los tragará, o serán transformados en animales.
Dijo Imran Ibn Husain, que el Profeta sws dijo que “alguna gente de esta ummah será tragada por la tierra, y otra será bombardeada con piedras. Uno de los musulmanes preguntó, cuando será eso, oh mensajero de Allah?” El respondió: Cuando los cantantes y los instrumentos musicales se hagan famosos, y se beba todo el vino.
LOS GRANDES SIGNOS DE LA HORA: El corán desaparecerá en una noche, hasta del corazón de la gente, y no se encontrará ninguna ayyah en la tierra; Grupos de ancianos dirán “Escuchamos a nuestros padres decir “LA ILAHA ILA LAH” y por eso lo repetimos.
* La aparición de el MAHDI
* La aparición de Ya’juj y ma’juj
* Isa (Jesús) vendrá durante la época de Dajjal.
* El sol saldrá por el oeste.
* La Ka’ba se destruirá y se recuperarán sus tesoros.
Reenvia esto a tus contactos.
QUE ALLAH TE BENDIGA.

lunes, 22 de diciembre de 2008

DE LA CERTEZA* Y LA CONFIANZA EN ALLAH

en el nombre de Dios Clemente Misericordioso

Dijo Allah swt en el Qur'an Al-Karim:
"Y cuando los creyentes vieron a los partidos** dijeron: -Esto es lo que nos han prometido Allah y Su Mensajero; Allah y Su Mensajero han dicho la verdad'. Y esto no ha hecho sino fortalecerles la fe y la entrega total a Su mandato." (Los Partidos - 33:22)
"Aquéllos a los que dijo la gente: Los hombres se han reunido contra vosotros, tenedles miedo.
Pero eso no hizo sino aumentar su fe. Y dijeron: -¡Allah es suficiente para nosotros y qué mejor Guardián!-
Regresaron con la gracia y el favor de Allah y sin que hubiesen sufrido daño alguno. Ya que siguieron aquello que complace a Allah, obedientes a Él y a Su Mensajero. Y Allah está dotado de un favor inmenso." (La Familia de Imrán - 3:173-174)
"¡Confía en el Viviente y entrégate a Él, el que no muere!" (El Criterio de la Verdad - 25:58)
"A Allah se confían los creyentes y a Él entregan sus asuntos." (Abraham - 14:11)
"Si has decidido algo, confía en Allah." (La Familia de Imrán - 3:159)
"Y quien se confía en Allah, Él le bastará". (El Divorcio - 65:3)
"Los creyentes cuando recuerdan a Allah ensanchan sus corazones [se vuelven temerosos] Y si se les recitan los signos [El Corán] aumenta su fe y se confían enteramente a su Señor." (El Botín - 8:2)
Y las ayát sobre las excelencias de la confianza en Allah son muchas y
conocidas.
*La posée quien sabe de forma resolutiva que todo está en manos de Allah.
**Fueron Quraish, Qais y Gatafan que se juntaron en la batalla del mismo nombre para atacar a los musulmanes en Medina, en el año quinto de la hégira.

48. De Ibn Abbás ra se transmitió que el Mensajero de Allah sws dijo:
"Se fueron presentando delante de mí los diversos pueblos. Vi a un profeta y
con él unos pocos hombres. A veces a otro profeta y, con él, uno o dos hombres,
y a veces veía otro que no tenía nadie con él. Cuando después vi una gran
multitud de gente, pensé que era mi pueblo. Pero me dijeron que era Musa y sus
seguidores. Sin embargo, me dijeron: 'Mira el horizonte'. Y vi mucha gente.
Después me dijeron: -Mira al otro lado-. Y vi de nuevo mucha gente. Y me dijeron: -Estos son tus seguidores y entre ellos hay setenta mil personas que entrarán en el Jardín sin cuenta ni castigo-."
Después se levantó y entró en su casa. Y la gente empezó a hablar sobre los
que entrarían en el Jardín sin cuenta ni castigo. Y dijeron algunos:
-Tal vez sean los que acompañaron al Mensajero de Allah sws.-
Luego dijeron otros: -Tal vez sean los que nacieron en el Islam y no adoraron
a otro que no fuese Allah.- Y otros dieron opiniones diversas.
En esto salió el Profeta sws y les preguntó: -¿De qué estáis hablando?-
Se lo dijeron y él dijo: -Son los que no piden a nadie que les haga un talismán.
Ni tampoco hacen augurios o vaticinios, ni creen en supersticiones. Y a su Señor
solamente se confían-. Después se levantó Ukkasha y le dijo: -Pide a Allah que yo sea uno de ellos.- Y dijo: -Tú estás entre ellos.- Después se levantó otro hombre y dijo: -Pide a Allah que yo sea uno de ellos.- Y dijo: -Se te ha adelantado Ukkasha-." (Lo relataron Al-Bujari y Muslim)
49. De Ibn Abbás ra se transmitió que el Mensajero de Allah sws solía decir:
"Allahumma laka aslamtu wa bika amantu wa alaika tawakkaltu wa ilaika anabtu wa bika jasamtu; Allahumma aúdhu bi-izzatika; la ilaha illa Anta an tudillani. Anta al- Hayyu alladhí la tamut wal-yinnu wal-insu yamutún."
(¡Oh Allah, me entrego enteramente a Tu mandato; en Ti he creído; a Ti me
he confiado; a Ti me he vuelto; y por Ti he porfiado! ¡Oh Allah, me refugio en
Tu fuerza y poder. No hay dios sino Tú. Y me refugio en Ti del extravío. Tú eres
el Viviente, el Autosubsistente, Aquel que no muere, y los genios y los hombres
mueren!) (Lo relataron Al-Bujari y Muslim)
50. De Abu Huraira ra se transmitió que el Profeta sws dijo:
"Entrarán en el Jardín personas cuyos corazones son como los de los
pájaros."* (Lo relató Muslim)
*Se ha dicho que significa: Porque están confiados en Allah.
51. De Umar ra se transmitió que oyó decir al Mensajero de Allah sws:
"Si realmente os confiarais a Allah con verdadera certeza, Él os proveería
como provee al pájaro que sale por la mañana temprano hambriento y regresa
al final del día lleno y saciado." (Lo relató At-Tirmidí)
53. De Abu Bakr As-Siddiq ra se transmitió que dijo:
"Miré a los pies de los incrédulos idólatras cuando estábamos en la cueva* y
ellos sobre nuestras cabezas. Y dije:
-¡Oh Mensajero de Allah, si tan siquiera uno mirara bajo sus pies nos vería!-
Y dijo: -¿Qué piensas, oh Abu Bakr, de dos [hombres] que tienen con ellos a
Allah por tercero?-." (Lo relataron Al-Bujari y Muslim)
*Cueva de Az-Zaur, donde permaneció escondido el Profeta sws con su mejor
compañero Abu Bakr ra durante tres días, mientras los idólatras lo buscaban para matarlo. A continuación emprendieron la hégira a Medina. Significa que ante el peligro la confianza que tenían en Allah era ciega.

Reflexion del Qur'an Al Karim


"Y si hubiéramos revelado el Corán en otro idioma [no árabe] habrían dicho: ¿Por qué no fueron detallados precisamente sus preceptos [pues así no los entendemos]? ¿Acaso [la revelación] la haríamos en otro idioma siendo [el Profeta] árabe? Diles [¡Oh, Muhammad]: Este Libro es guía para los creyentes y cura [para sus corazones y cuerpos si lo ponen en práctica]; pero los incrédulos tienen sus oídos ensordecidos [a la Verdad] y no la comprenden; [se comportan] como si se les llamara de un lugar muy lejano [y no escuchasen nada]."
(Qur'an 41:44)

martes, 16 de diciembre de 2008

1 - SU CUERPO

Moderación con la comida y la bebida

La musulmana cuida bien de su cuerpo, promoviendo su buena salud y vigor. Ella es activa, no es endeble ni excedida de peso. Por tal razón, no come en exceso, solamente come lo necesario para mantener su salud y energía. Esto es en concordancia con la guía de Allah en el Corán:
[Y comed y bebed con mesura, porque Allah no ama a los inmoderados.] (7:31)
El Profeta también aconsejaba la moderación en la comida y la bebida:
"No hay peor receptáculo que los hijos de Adán llenen por demás que sus propios estómagos. Pero si deben llenarlo, entonces que asignen un tercio para la comida, un tercio para la bebida y un tercio para el aire".[1]
‘Umar dijo:"Tened cuidado de llenar vuestros estómagos con comida y bebida porque es dañino para el cuerpo y causa dolencia y pereza a la hora de efectuar las oraciones. Sed moderados tanto en la comida como en la bebida, pues es más saludable para vuestros cuerpos y os ayuda a erradicar de vosotros la prodigalidad. Allah detesta al hombre gordo (es decir quien se deleita con una vida de lujos, entre ellos la buena comida en demasía), y quien prefiera sus deseos por sobre su religión se habrá condenado."[2] La musulmana, también se pone a resguardo de las drogas y de los estimulantes, especialmente los que son claramente conocidos como Harâm, y evita los malos hábitos que muchas mujeres han adquirido en las sociedades desviadas de la guía de Allah y Su Mensajero. Por ejemplo, permanecer hasta tarde por la noche para desperdiciar el tiempo en recreaciones ociosas. Ella preferentemente se va a dormir temprano y se levanta temprano para comenzar las actividades del día con energía y entusiasmo. No debe debilitar su energía permaneciendo largas horas por la noche y con malos hábitos. Ella siempre se mantiene activa y eficiente para que sus quehaceres del hogar no la agoten, y pueda cumplir con sus objetivos.

Ella comprende que la creyente fuerte es más amada por Allah que la creyente débil, así como lo enseñó el Profeta . Siempre procura fortalecer su cuerpo por medio de una modo de vida saludable.
Ella practica ejercicios regularmente

La mujer musulmana no debe olvidar mantener su buena condición física y energía, siguiendo las saludables prácticas recomendadas por el Islam. Pero no se encuentra satisfecha solamente con lo natural, es decir, una dieta saludable referida anteriormente. Ella también sigue un plan organizado de ejercicios apropiados para su condición física, peso, edad y posición social. Estos ejercicios le proporcionan a su cuerpo agilidad, belleza, buena salud, fuerza e inmunidad a la enfermedad. Esto la predispondrá mejor para llevar a cabo sus obligaciones, y la volverá más apta para cumplir su rol en la vida, ya sea como esposa o como madre, sea joven o anciana.
Su cuerpo y sus vestidos están limpios

La musulmana que verdaderamente observa las enseñanzas del Islam mantiene su cuerpo aseado y sus vestimentas muy limpias. Se baña con frecuencia, en conformidad con la enseñanza del Profeta quien aconsejaba a los musulmanes tomar baños, especialmente los viernes: "Tomad un baño los viernes y lavad vuestras cabezas aunque no estéis en estado de yanâbah (impureza, por ejemplo después de tener relaciones sexuales), y usad perfume".[3]

"Quien asista a la oración del viernes, sea hombre o mujer, debe tomar un baño (gusl)".[4]

El Profeta colocó tal énfasis en la pulcritud y en el baño que algunos de los A'immah consideraron la realización del gusl antes de la oración del viernes como algo obligatorio (uâyib). Abû Hurairah relató que el Profeta dijo:

"Es deber de todo musulmán tomar un baño (al menos) una vez cada siete días, y lavar su cabeza y su cuerpo".[5]

La pulcritud es una de las exigencias más esenciales para la gente, especialmente en las mujeres, y es uno de los más claros indicadores de un carácter íntegro y agradable. La pulcritud hace a una mujer más agradable, no sólo para su esposo, sino también para sus amigas y parientes.
El Imâm Ahmad y An Nasâ'i informaron que Yâbir dijo:
"El Mensajero de Allah vino a visitarnos, y vio a un hombre que estaba usando ropas sucias. Él dijo: ‘¿Acaso esta persona no encontró nada con que lavar sus ropas?’"
El Profeta odiaba ver gente salir en público usando ropa sucia cuando eran capaces de lavarlas. Por este motivo él llamó la atención sobre el hecho de que los musulmanes siempre debían estar limpios, elegantes y agradables a la vista.
Esta enseñanza dirigida a los hombres, se dirige con mayor énfasis a las mujeres, a quienes habitualmente se piensa como más aseadas, y son la fuente de felicidad y tranquilidad en el hogar. No existe duda alguna que el profundo sentido de pulcritud de la mujer también se refleja en su hogar, su esposo y sus niños, porque es a través de la virtud de su preocupación por la pulcritud que ellos serán limpios y pulcros.

Ningún investigador de ninguna época o país pudo percatarse de que esta enseñanza que estimula la pulcritud y limpieza surgió hace quince siglos en una época en que el mundo casi no conocía tales hábitos higiénicos. Mil años después, el mundo no musulmán todavía no alcanzaba el nivel de pulcritud que los musulmanes habían alcanzado.

En su libro Min ar riqq ila as siâdah, Sâmihah Âi Uîrdi nos dice: "No hay necesidad de regresar atrás hasta el tiempo de las cruzadas para conocer el nivel de civilización en la Europa de ese tiempo. No necesitamos volver más allá en el tiempo hasta los días del Imperio Otomano para comparar entre los otomanos y los europeos, y ver a qué nivel había llegado la civilización otomana".

"En 1624, el príncipe de Brandeburgo escribió lo siguiente en las invitaciones a un banquete que envió a otros príncipes y nobles: 'Se pide a los invitados no hundir sus manos hasta el codo en los platos, no arrojar comida detrás de ellos, no lamer sus dedos, no escupir en sus platos, y no sonar sus narices sobre los bordes de los manteles'".

La autora añade: "Estas palabras indican claramente el nivel de civilización, cultura, sabiduría y modales entre los europeos". Al mismo tiempo, en otra parte de Europa, la situación no era muy diferente. En el palacio del rey de Inglaterra, Jorge I, el olor desagradable que emanaba de las personas del rey y su familia abrumaba la grandeza de sus finos vestidos franceses de encaje. Esto era lo que sucedía en Europa. Mientras tanto, en Estambul, los embajadores europeos autorizados por el estado otomano, debían bañarse antes de poder aproximarse al sultán. Alrededor del año 1730, durante el reinado del sultán Ahmad III, cuando el estado otomano entró en un declive político y militar, la esposa del embajador inglés en Estambul, Lady Montague, escribió muchas cartas, que más tarde fueron publicadas, en las cuales describe el nivel de limpieza, buenos modales y elevados criterios de los musulmanes. En una de sus memorias escribió que la princesa otomana Hafîdhah le había dado como regalo una toalla bordada a mano. A ella le gusto tanto que no pudo reprimirse de limpiar su boca con ella. Además, los europeos estaban particularmente asombrados por el hecho de que los musulmanes solían lavar sus manos antes y después de cada comida. Para finalizar, nos es suficiente con leer las palabras de la famosa enfermera inglesa Florence Nightingale, describiendo los hospitales ingleses de mediados del siglo XIX, donde remarca cómo estaban llenos de suciedad, negligencia, y decadencia moral mientras las alas de estos hospitales estaban llenas de gente enferma, a quienes no podían auxiliar. Por eso, ellos respondían al llamado de la naturaleza sobre sus camas...[6]
¡Qué gran contraste existe entre la refinada civilización del Islam y las demás civilizaciones humanas!

Ella cuida su boca y sus dientes

La musulmana inteligente cuida su boca, pues nadie tiene que percibir un desagradable olor proveniente de ella. La musulmana se lava los dientes con un siuâk, un cepillo de dientes y una pasta dental después de cada comida. Ella verifica sus dientes y visita al dentista al menos una vez al año aunque no sienta ningún dolor, a fin de mantener sus dientes saludables y fuertes. Además, consulta a los otorrinolaringólogos ("los doctores especializados en oídos, nariz y garganta) si es necesario, para que su respiración permanezca limpia y fresca. Esto es lo más conveniente para una mujer.
‘Â'ishah solía ser muy aplicada en el cuidado de sus dientes. Ella nunca se olvidaba de limpiarlos con un siuâk, tal como Al Bujâri y Muslim relataron de cierto número de Sahâbah.
Al Bujâri relató de ‘Uruah vía Muyâhid:
"Escuchamos a ‘Â'ishah, la Madre de los Creyentes, limpiando sus dientes en el cuarto..."[7]

Muslim también relata de ‘Uruah vía ‘Atâ' lo siguiente: "La escuchamos usar el siuâk..."[8]

‘Â'ishah dijo:

"En cualquier momento del día o de la noche en que el Mensajero de Allah se levantaba, él siempre se limpiaba los dientes con un siuâk antes de efectuar el udû'".[9]

La preocupación del Profeta por la higiene bucal era tan grande que dijo en una ocasión:
"Si no fuera por temo agobiar a mi Ummah, les hubiera ordenado usar el siuâk antes de cada oración".[10]
A ‘Â'ishah le fue preguntado: “¿Qué es lo primero que hacía el Profeta cuando llegaba a la casa?”. Ella contestó: "Usar el siuâk".[11]
Es muy extraño ver que algunas musulmanas descuidan estas cuestiones que están entre los elementos más importantes del carácter de una mujer, aparte de estar en el propio corazón del Islam.

Estas cuestiones son muy importantes en la personalidad de la mujer musulmana, pues realzan su naturaleza delicada, su belleza y elegancia. También están en el corazón del Islam, pues el Profeta instó a la pulcritud en varias ocasiones, y repudió los olores desagradables, así como también la apariencia repulsiva. Él dijo:
"Quien coma cebollas, ajos, o puerros, no debe aproximarse a nuestra mezquita, pues lo que es desagradable para los hijos de Adán es desagradable también para los Ángeles".[12]
El Profeta desaprobó que fueran a la mezquita aquellos que habían comido esos vegetales fuertes, para no incomodar a la gente y los Ángeles debido a su mal aliento. Pero estos olores se volvieron insignificantes al lado del hedor de la ropa sucia, los calcetines inmundos, los cuerpos sin lavar, y las bocas sucias de algunos individuos descuidados y negligentes que ofenden a otras personas en las reuniones.
Cuida su cabello
El Profeta también enseñó a los musulmanes a cuidar sus cabellos, y hacerlos lucir atractivos y hermosos, dentro de los límites de las normas islámicas.

Esto está relatado en el Hadîz citado por Abû Dâûd proveniente de Abû Hurairah , quien dijo: "El Mensajero de Allah dijo: ‘Quien tenga cabello, que lo cuide adecuadamente’”.[13]
El cuidado de nuestro cabello conforme a la enseñanza islámica implica mantenerlo limpio, peinarlo, perfumarlo, y estilizarlo escrupulosamente.
Al Profeta no le gustaba la gente que dejaba sus cabellos sin peinar y desarreglados, pues se asemejaban a las bestias. Él vinculó tal repulsión con la apariencia de Shaitân. En la obra Al Muatta', el Imâm Mâlik relató un Hadîz con un isnâd mursal de ‘Atâ' Ibn Iasâr, quien dijo:
"El Mensajero de Allah estaba en la mezquita cuando entró un hombre con su cabello desarreglado y una barba desaliñada. El Profeta lo señaló como indicándole que arreglará su cabello y su barba. El hombre se fue e hizo eso, luego retornó. El Profeta dijo: '¿Acaso esto no es mejor que presentarse con el cabello desarreglado, luciendo como Shaitân?'"”[14]

asociación del Profeta, de un hombre de cabello desarreglado con Shaitân, claramente demuestra cuán preocupado está el Islam por una apariencia pura y placentera, y cuán opuesto está a lo desagradable y repulsivo.
El Profeta siempre tomaba nota de la apariencia de la gente, y cada vez que veía a un hombre desaliñado, y con el cabello desarreglado, lo criticaba debido a su negligencia. El Imâm Ahmad y An Nasâ'i relataron que Yâbir dijo:

"El Mensajero de Allah vino a visitarnos, y vio a un hombre desarreglado, cuyos cabellos se esparcían en todas las direcciones, entonces dijo: ‘¿Acaso no pudo encontrar algo con lo cual peinar su cabello?’".[15]
Así era como el Profeta enseñaba a los hombres a cuidar de sí mismos, entonces cuánto más aplicables son sus enseñanzas a las mujeres, para quienes la belleza y la elegancia son más dignas, ya que son los hombres quienes se acercan a ellas buscando comodidad, tranquilidad y felicidad en su compañía. Para la mujer musulmana resulta algo obvio que el cabello de una persona es uno de los rasgos más importantes de la belleza, y el atractivo de una mujer.

Tiene buena apariencia

No constituye una sorpresa que la musulmana se preocupe de sus vestimentas y su apariencia, sin irse a los extremos, o haciendo una exhibición licenciosa de sí misma. Ella se preocupa por tener una apariencia placentera para su esposo, sus hijos, parientes mahram y amigas. Así la gente se siente cómoda con ella. Ella no debe desconcertarlos con una apariencia desaliñada y repulsiva, pues siempre se controla y cuida de sí misma, en conformidad con las enseñanzas del Islam que instan a sus seguidores a lucir bien, de acuerdo a las formas permitidas.

En su comentario sobre la aleya:

[Diles [¡Oh, Muhammad!]: ¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Allah os ha proveído?...] (7:32)
Al Qurtubi dijo que Makhûl relató de ‘Â'ishah : "Un grupo de los compañeros del Profeta estaba esperando en la puerta por él, entonces se preparó para salir y encontrarlos. Había una vasija de agua en la casa y él fijo su vista en ella para alisarse su barba y sus cabellos. Le pregunté: ‘Mensajero de Allah, ¿tú también haces eso?’. Él dijo: ‘Sí, cuando un hombre salga para encontrar a sus hermanos, dejadlo que se prepare apropiadamente, pues Allah es bello y ama la belleza".[16]

La musulmana efectúa todo esto, en conformidad con el ideal islámico de moderación, evitando los extremos, ya sea de exageración o de negligencia.

[Aquellos que cuando hacen una caridad no dan todo lo que tienen ni tampoco escatiman sino que dan en la justa medida.] (25:67)
El Islam quiere que sus seguidores, y especialmente sus predicadores (du‘âh), se destaquen en las reuniones de una manera atractiva, y por el contrario, repudia un aspecto desagradable o insoportable. Descuidar nuestra apariencia, hasta el grado de llegar a ser ofensivo para nuestros compañeros en nombre del ascetismo y de la humildad, no es propio del Islam. El Profeta , ejemplo del ascetismo y la humildad, solía vestir con ropas decentes, y se presentaba con una apariencia agradable a su familia y a sus compañeros. Él consideraba el acto de vestir bien y lucir bien como una manifestación de las bendiciones de Allah : "Allah ama ver los signos de Sus dones en Sus siervos".[17]
Ibn Sa‘d relató en At Tabaqât (4/346) que Yundub Ibn Makîz dijo:

"Cuando llegaba una delegación para encontrarse con el Mensajero de Allah , él se ponía sus mejores vestimentas, y ordenaba a sus compañeros hacer lo mismo. Observé al Profeta el día en que una delegación de Kindah vino para encontrarlo. Vestía una túnica yemení, y Abû Bakr y ‘Umar estaban vestidos de manera similar".
Ibn Al Mubârak, At Tabarâni, Al Hâkim, Al Baihaqi y otros, relataron que ‘Umar dijo: "Observé al Mensajero de Allah pedir que le trajeran una vestimenta nueva, y cuando la vistió exclamó: ¡Alabado sea Allah! Quien me ha proveído esta vestimenta, con la que cubro mi cuerpo y me engalano."[18]
En tanto este cuidado de la apariencia exterior de uno no se vaya hacia los extremos, es parte de la belleza que Allah ha permitido a Sus siervos y que alienta a adoptar:

[¡Oh, hijos de Adán! Cubrios [para rezar] y engalanaos cuando acudáis a las mezquitas. Y comed y bebed con mesura, porque Allah no ama a los inmoderados. Diles [¡Oh, Muhammad!]: ¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Allah os ha proveído? Esto es para que los creyentes [y también los incrédulos] disfruten [de todo lo bueno] en esta vida, pero sólo será para los creyentes en la otra. Así es como aclaramos nuestros preceptos para quienes los comprenden.] (7:31-32)
Muslim relata de Ibn Mas‘ûd que el Profeta dijo:

"Nadie que tenga el peso de un átomo de orgullo en su corazón entrará al Paraíso". Un hombre le preguntó: "¿Y qué hay acerca de un hombre al cual le gusta lucir sus ropas y su calzado?” (Es decir, si significa una señal de orgullo) El profeta dijo: “Allah es bello y ama la belleza. El orgullo significa rechazar la verdad y menospreciar a la gente".[19]
Este es el entendimiento adoptado por los Sahâbah y por quienes les siguieron con sinceridad. Por ello, el Imâm Abû Hanîfah siempre se vestía bien y se aseguraba de estar limpio y fresco, instando a los demás a hacer lo mismo. Cierto día encontró a un hombre que acostumbraba asistir a su círculo vestido con ropas harapientas. Lo llevó aparte y le ofreció mil dirhams para que se acondicionara un poco. El hombre le contestó: "Yo tengo dinero, no lo necesito". Abû Hanîfah lo reprendió diciendo: "¿Acaso no has escuchado el Hadîz: ‘Allah ama ver los signos de Sus dones en Sus siervos’?. Así que tienes que cambiarte para no aparecer ofensivo a tu amigo".

Naturalmente, aquellos que invitan a la gente hacia el sendero de Allah deben ser mejores y más agradables en cuanto a la apariencia que los demás, para ser más capaces de atraer a la gente y hacer que su mensaje llegue a sus corazones.

En efecto, a diferencia de otras personas, a ellos se les exige que sean de ese modo aunque no salgan a visitar a la gente, porque quienes proclaman la palabra de Allah deben cuidar de su apariencia y prestar atención a la limpieza de sus cuerpos, ropas, uñas, y cabellos. Ellos deben llevar a cabo esto aunque estén en aislamiento o recogimiento, en respuesta al llamado de la inclinación natural del hombre (fitrah), sobre la cual el Profeta nos comentó y nos resumió sus requisitos:

"La fitrah consiste en cinco puntos: circuncidarse, afeitarse el vello del pubis, depilarse las axilas, cortarse las uñas y recortarse el bigote".[20]
El cuidado de uno mismo, de acuerdo a esta fitrah, es algo estimulado por el Islam y apoyado por toda persona con sentido común y buen gusto.

Ella no va hasta los extremos del embellecimiento, ni hace una exhibición desenfrenada de sí misma

Prestar la debida atención a nuestra apariencia no debe hacer caer a la musulmana en la trampa del exhibicionismo desenfrenado (tabarruy), pues sólo debe mostrar su belleza a su marido y sus parientes mahram. Ella no debe perturbar el equilibrio, base de toda la enseñanza islámica, porque la mujer musulmana siempre apunta hacia la moderación en todas las cosas, y se mantiene alerta para prevenir cualquier aspecto de su vida.

Ella nunca olvida que el Islam la estimula a mostrarse atractiva, dentro de los límites permisibles, pero también es la religión que la previene de ir hacia los extremos para no convertirse en una esclava de su apariencia, como dice el siguiente Hadîz:

"¡Qué desdichado es el esclavo del dinar, del dirham y de las finas vestimentas de terciopelo y seda! Si esto le es concedido se alegra, y si no le es concedido se disgusta".[21]
Hoy en día, muchas de nuestras mujeres han sido influenciadas por las casas internacionales de moda, hasta el punto que las mujeres ricas no visten un mismo conjunto más de una vez. Ellas cayeron en esa esclavitud sobre la que el Profeta alertó, y como resultado están atrapadas en la miseria de esa insensata servidumbre al atuendo y a los accesorios excesivamente lujosos. Tales mujeres se han desviado del propósito por el cual la humanidad fue creada en este mundo.

Uno de los peores excesos en el que han caído muchas mujeres musulmanas es el hábito de sacar a relucir costosos conjuntos de ropa en las bodas, las cuales se han transformado en espectáculos de moda, donde la competición es moneda corriente y se llega a extremos más allá de las esferas del sentido común y de la moderación. Este fenómeno llega a ser más visible cuando la propia novia viste todos sus conjuntos, uno tras otro, llegando a sumar hasta diez en algunos casos. Cada vez que se cambia, sale y lo saca a relucir entre las otras mujeres presentes, exactamente como lo hacen las modelos en Occidente. A esas mujeres, entre quienes este hábito es común, no se les pasa por la cabeza que puede haber otras mujeres presentes económicamente incapaces de comprar tales conjuntos, y que pueden sentirse deprimidas, celosas, o hasta hostiles hacia la novia, su familia, y la demás gente adinerada. Nada de esto ocurriría si las novias fueran más moderadas y sólo vistieran uno o dos de sus conjuntos en su boda. Sería mejor que el alardeo extravagante, contradictorio al espíritu equilibrado y moderado del Islam.

No existe duda alguna de que la musulmana que se haya rodeado de las enseñanzas de esta gran religión estará exceptuada y protegida de tales errores absurdos, porque adoptó sus principios de moderación.


[1] Hadîz sahîh hasan narrado por Ahmad, 4/132, y At Tirmidhi, 4/18, en Kitâb az zuhd, bâb mâ yâ'a fi karâhiiah kazrah al akl.

[2] Kanz al ummâl, 15/433. Consultar también el valioso artículo sobre los perjudiciales efectos de sobrellenar el estómago en el cuerpo, la mente y el alma de una persona, por Muhammad Nâdhim Nasîmi en la revista Hadârah al islâm, Nº. 5,6, Vol. 15.

[3] Fath Al Bâri', 2/370, Kitâb al yumu‘ah, bâb ad dahn li al yumu‘ah. Nota: La prescripción de usar perfume se aplica a los hombres solamente; a las mujeres les está prohibido usar perfume cuando salen fuera de sus hogares.

[4] Hadîz narrado por ‘Abdullah Ibn ‘Umar, y registrado como sahîh por Abû ‘Auânah, Ibn Juzaimah e Ibn Hibbân. Ver también Fath Al Bâri', 2/356, Kitâb al yumu‘ah, bâb fadl al gusl iaum al yumu‘ah.

[5] Lo registró Al Bujâri y Muslim. Ver Sharh As Sunnah, 2/166, Kitâb al haid, bâb gusl al yumu‘ah.

[6] Ver Sâmihah Âi Uîrdi, Min ar riqq ila as siâdah, Damla Yayinevi Nº. 89, P. 28.

[7] Fath Al Bâri', 3/599, Kitâb al ‘umrah, bâb kam i‘tamara an nabi.

[8] Sahîh Muslim, 8/236, Kitâb al hayy, bâb ‘adad ‘umar an nabi ua zamânihinna.

[9] Hadîz hasan narrado por Ahmad (6/160) y Abû Dâûd (1/46) en Kitâb at tahârah, bâb as siuâk.

[10] Fath Al Bâri', 2/374, Kitâb al yumu‘ah, bâb as siuâk iaum al yumu‘ah; Sahîh Muslim, 3/143, Kitâb at tahârah, bâb as siuâk.

[11] Sahîh Muslim, 3/143, Kitâb at tahârah, bâb as siuâk.

[12] Sahîh Muslim, 5/50, Kitâb al masâyid, bâb nahi âkil az zaum ua al basal ‘an hudûr al masyid.

[13] Relatado por Abû Dâûd, 4/108, en Kitâb at tarayyul, bâb fi islâh ash sha‘r; su isnâd es hasan.

[14] Al Muattâ', 2/949, Kitâb ash sha‘r, bâb islâh ash sha‘r.

[15] Hadîz sahîh relatado por Ahmad (3/357) y An Nasâ'i (8/183) en Kitâb az zînah, bâb taskîn ash sha‘r.

[16] Ver Tafsîr Al Qurtubi, 7/197.

[17] Hadîz hasan narrado por At Tirmidhi, 4/206, en Kitâb al isti'dhân, bâb azar an ni‘mah ‘ala al ‘abd.

[18] Ver At targîb ua at tarhîb, 3/93, Kitâb al libâs ua az zînah

[19] Sahîh Muslim, 2/89, Kitâb al îmân, bâb tahrîm al kibr.

[20] Fath Al Bâri', 10/334, Kitâb al libâs, bâb qass ash shârib; Muslim, 3/146, Kitâb at tahârah, bâb jisâl al fitrah.

[21] Fath Al Bâri', 6/81, Kitâb al yihâd, bâb al hirâsah fi al gazu fi sabîl Allâh.

La mujer musulmana y su propio ser

EN EL NOMBRE DE DIOS CLEMENTE MISERICORDIOSO

El Islam alienta a los musulmanes a destacarse entre la gente y distinguirse por su vestimenta, apariencia y comportamiento, para que sean un buen ejemplo, y dignos portadores del gran mensaje a la humanidad. De acuerdo al Hadîz narrado por el gran Sahâbi Ibn Al Handhaliiah, el Profeta le dijo a sus compañeros cuando estaban viajando para encontrarse con algunos hermanos en la Fe:
"Si vosotros vais a visitar a vuestros hermanos, arreglad vuestras monturas y aseguraos de vestir bien, para que os destaquéis entre la gente como un ornamento, porque Allah no ama lo desagradable".[1]
El Profeta consideraba que tener una apariencia desarreglada y descuidada, y usar ropas y accesorios desaseados era una forma de repulsión detestada y prohibida por el Islam.

El Islam estimula a los musulmanes en general a resaltar entre la gente. La mujer musulmana en particular, es estimulada a distinguirse del resto de la gente en cuanto a su apariencia, porque esto se refleja positivamente en ella, su marido, familia e hijos.
La mujer musulmana no descuida su apariencia, no importa cuán ocupada esté con sus quehaceres domésticos, y sus deberes como madre. Ella se interesa en lucir bien, sin irse a los extremos, porque una buena apariencia es una señal de cuán bien se comprende a sí misma, a su identidad islámica, y su misión en esta vida. La apariencia externa de una mujer no puede estar separada de su naturaleza interna: un exterior pulcro, arreglado y limpio, refleja un carácter interno noble y decente, ambos compilarán el carácter de la verdadera mujer musulmana.

La musulmana inteligente y lista es quien se esfuerza en mantener un equilibrio entre su apariencia externa y su naturaleza interna. Es consciente de que está compuesta de un cuerpo, una mente y un espíritu, y otorga a cada uno la atención que se merece, sin exagerar en un aspecto en detrimento de los otros. Al buscar esforzarse en encontrar el equilibrio justo, ella está siguiendo la prudente guía del Islam que la impulsa a realizar eso.

¿Cómo puede la mujer musulmana lograr el equilibrio entre su cuerpo, mente y espíritu?

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[1] Relatado por Abû Dâûd, 4/83, en Kitâb al libâs, bâb ma yâ'a fi isbâl al izâr; su isnâd es Sahîh.

Hadiz 1 an nawawi

viernes, 12 de diciembre de 2008

La mujer musulmana y sus amigas y hermanas en el Islam


Ella quiere a sus amigas como hermanas por la causa de Allah

El modo por el cual la fiel musulmana se relaciona con sus amigas y hermanas en el Islam es diferente del modo en que otras mujeres se conducen en sus asuntos sociales. Su relación con sus hermanas está basada en el Ta'âji (hermandad) por la causa de Allah. Este amor por la causa de Allah es el vínculo más encumbrado que puede existir entre un ser humano y otro, sea hombre o mujer. Es un vínculo de fe que Allah estableció entre todos los creyentes. Dice Allah :

[Ciertamente los creyentes son todos hermanos entre sí...] (49:10)

La hermandad de fe es el más vigoroso de los vínculos entre los corazones y las mentes. Por ello no constituye sorpresa alguna ver a hermanas musulmanas gozando de una sólida y perdurable relación basada en el amor por la causa de Allah , que es la forma de amor más noble y pura entre los seres humanos. Éste es un amor no contaminado por ningún interés mundano. Es el amor en el cual los hombres y mujeres musulmanes encuentran la dulzura de la fe:

"Quien logre estas tres cualidades encontrará la dulzura de la fe: amar a Allah y a Su Mensajero más que a cualquier otro ser, amar a una persona sólo por Allah , y aborrecer volver al kufr (incredulidad) después de la guía de Allah tanto como se aborrece ser arrojado al fuego".1

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1 Al Bujâri y Muslim. Ver Sharh As Sunnah, 1/49, Kitâb al îmân, bâb halâuah al îmân.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Asiste a las oraciones del ‘Îd

El Islam honró a la mujer y la igualó al hombre en lo referido a los actos de adoración obligatorios. Las mujeres, por otra parte, son alentadas a asistir a los encuentros públicos el día del ‘Îd Al Fitr y el ‘Îd Al Adha, con el fin de que puedan tomar parte en estas festividades benditas. Esto está manifestado en diferentes Ahâdîz registrados por Al Bujâri y Muslim, en los cuales percibimos que el Profeta ordenó que todas las mujeres deban salir a estas festividades, incluyendo las adolescentes, las niñas que todavía no han alcanzado la pubertad, y las vírgenes, quienes regularmente permanecen en estado de recogimiento; él ordenó inclusive que las mujeres menstruantes salieran para tomar parte de esta ocasión festiva, y que se mantuvieran a distancia del lugar de oración. Su preocupación para que todas las mujeres asistieran a la oración en los dos ‘Îd era tan grande que ordenó a quien tuviera más de un Hiyâb que se lo diera a una hermana que no tuviera ninguno. De esta forma, estimuló tanto la asistencia de todas las mujeres a las oraciones del ‘Îd, como el apoyo y ayuda mutua para realizar acciones buenas y virtuosas.
Umm ‘Atiiah relató:

"El Mensajero de Allah nos ordenó presentar en las oraciones del ‘Îd a las adolescentes, a las niñas que todavía no han alcanzado la pubertad, y a las vírgenes, quienes habitualmente permanecen apartadas. Y ordenó a quienes estuvieren menstruando, mantenerse a distancia del lugar de oración."[1]

"Se nos solía enviar a los dos ‘Îd, incluyendo a las mujeres que estuvieran en estado de recogimiento y fueran vírgenes. Las mujeres menstruantes también salían y permanecían detrás de la gente, uniéndose en la takbîrah."[2]

"El Mensajero de Allah nos pidió sacar a las adolescentes, a las niñas que todavía no han alcanzado la pubertad, a las mujeres menstruantes, y a aquellas que habitualmente permanecen en estado de recogimiento al ‘Îd Al Fitr y al ‘Îd Al Adha, para que puedan compartir las ocasiones festivas de los musulmanes, pero las mujeres menstruantes no se quedaban en el momento de la oración."

Yo dije: '¡Oh, Mensajero de Allah una de nosotras carece de hiyâb!' Y él dijo: 'Dejad que vuestra hermana se vista con uno de vuestros propios hiyâb.'[3]

Al Bujâri registró lo siguiente:


"Muhammad Ibn Sallâm nos comentó que ‘Abd Al Uahhâb relató de Aiiûb, y éste de Hafsah Bint Sîrîn, quien dijo: 'Nosotros solíamos impedir a nuestras niñas que no habían alcanzado la pubertad ir a los dos ‘Îd."

Cierta vez vino una mujer y permaneció en el castillo de Banû Jalaf y narró algo de su hermana. El esposo de su hermana había tomado parte de doce campañas militares junto al Profeta y su propia hermana le había acompañado en seis de éstas. Ella relató lo siguiente: "Solíamos atender a los enfermos y heridos." Su hermana preguntó al Profeta : ¿Hay algo de malo si una de nosotras no tiene el hiyâb y nunca sale por tal razón? A lo que él replicó: "Dejad que vuestras amigas le den uno de sus hiyâb para que ella pueda salir a la luz y reunirse en las asambleas justas de los musulmanes." Hafsah en tanto dijo: "Cuando Umm ‘Atiiah llegó, me presenté ante ella y le pregunté: "¿Escuchaste decir eso al Profeta? A lo que ella contestó: "¡Qué mi padre sea sacrificado por él! Claro que lo hice. Ella nunca lo mencionó sin decir ¡Qué mi padre sea sacrificado por él! Yo escuché decir al Profeta: "Dejad a las jovencitas que habitualmente permanecen en recogimiento y a las mujeres menstruantes salir fuera y asistir a las reuniones justas de los creyentes, pero mantened alejadas a las menstruantes del propio lugar de oración." Hafsah dijo: 'Le pregunté: ¿Aún a las mujeres menstruantes? Ella respondió: "Sí, ¿Acaso las mujeres menstruantes no están presentes en ‘Arafât y en otras ocasiones también?"[4]

Al Bujâri también narra otro relato de Umm ‘Atiiah, en el cual ella dice lo siguiente:

"Se nos solía mandar a salir el día del ‘Îd, y hasta sacábamos a las vírgenes de su recogimiento y a las menstruantes, quienes se situaban detrás de toda la gente, uniéndose en sus takbîrât y ad‘iah, procurando la bendición y pureza de aquel día."[5]
Estos Ahâdîz Sahîhah nos dan una clara señal de la preocupación del Profeta por el beneficio intelectual y espiritual de las creyentes. Ordenó a todas las mujeres a salir y participar de la oración del ‘Îd, incluyendo a quienes estuvieran menstruando; aun cuando las mujeres menstruantes están excusadas de orar, y no se les permite entrar al lugar de oración. Pero su llamamiento estaba dirigido a todas las mujeres, debido a su preocupación por que ellas tomaran parte de estos dos benditos acontecimientos y participaran en las reuniones justas de los creyentes, uniéndose en las takbîrât y las ad‘iah, y siendo parte de la vida pública del Islam, lo cual está tratado en la jutbah (sermón) que sigue a la oración del ‘Îd.
El Profeta estaba interesado en la enseñanza y guía de las mujeres, y quería que jueguen un rol en la construcción de la sociedad musulmana, por eso dedicó parte de su jutbah a las mujeres. Él más tarde, se aproximó al sitio donde las mujeres se reunían y les recordó y exhortó, haciendo de esta acción un deber del Imâm. Esto lo encontramos en un Hadîz recopilado por Al Bujâri y Muslim de Ibn Yuraiy, quien manifestó:
"‘Atâ' me dijo: "Oí a Yâbir Ibn ‘Abdullah decir: 'El Profeta se levantó en ocasión del ‘Îd Al Fitr y dirigió a la gente en la oración. Comenzó la oración antes de la jutbah y luego se dirigió hacia la gente. Cuando el Profeta terminó su jutbah, se acercó a las mujeres y habló con ellas, mientras se apoyaba sobre el brazo de Bilâl, y éste tendía su manto para que las mujeres colocasen su sadaqah en el mismo. "Yo (Ibn Yuraiy)le pregunté a ‘Atâ': '¿Era el Zakâh Al Fitr?' A lo que él respondió: 'No, era la sadaqah que ellas daban en aquella época; una mujer arrojó su anillo dentro del manto de Bilâl, entonces otras siguieron su ejemplo.' Le dije después a ‘Atâ': ¿Es acaso un deber para el Imâm acercarse a las mujeres y dirigirse a ellas al finalizar su jutbah? Él me respondió de la siguiente manera: 'Ciertamente que lo es. Ése es un deber de ellos; y es incorrecto que no lo hagan actualmente."[6]

De acuerdo a este Hadîz, el Profeta exhortaba y recordaba a las creyentes para que aceptaran la sadaqah, que ellas mismas concedían voluntariamente. Otro Hadîz también recopilado por Al Bujâri y Muslim de Ibn ‘Abbâs a través de Ibn Tâûs, añade que el Profeta recordaba también a las mujeres su bai‘ah (juramento de fidelidad) y reconfirmaba su adhesión al mismo. Ibn ‘Abbâs dijo al respecto:


"Yo asistía a las oraciones del ‘Îd junto al Profeta y (después de su muerte) con Abû Bakr, ‘Umar y ‘Uzmân. Todos ellos acostumbraban efectuar la oración antes de la jutbah. El Profeta cierta vez bajó del minbar - y es como si pudiera verlo ahora, indicándoles que se sentasen - luego salió de entre la multitud hasta llegar a las mujeres. Bilâl se encontraba junto a él, y recitó:

[¡Oh, Profeta! Cuando las creyentes se presenten ante ti para prestarte juramento de fidelidad, comprometiéndose a no atribuirle copartícipes a Allah...] (60:12)

Hasta el final de la aleya, luego dijo: '¿Vosotras os adherís a esto?'' Solamente una mujer contestó: 'Sí, ¡Oh, Profeta de Allah?' Y él no conocía hasta ese momento quién era ella[7]. Dijo él: 'Entonces dad la Sadaqah', y Bilâl extendió su manto. Al hacer esto el Profeta dijo: 'Vamos ¡Qué mi padre y mi madre sean sacrificados por vosotras!' De este modo, comenzaron a arrojar sus anillos y joyas en el manto de Bilâl."[8]


No hay duda que el Profeta se dirigía hacia las mujeres en el lugar de oración, el día del ‘Îd, recordándoles acerca de su religión. Y que recibía caridad de ellas reconfirmando su adherencia al juramento de fidelidad, complaciéndoles en recordar las enseñanzas del Islam, y motivándolas a realizar buenas obras. Todo ello se lograba al convocarlas a participar de las oraciones comunitarias en ambos ‘Îd. Esto es un signo de la importancia de la oración comunitaria en la vida del individuo musulmán y en la sociedad islámica.

Aunque el Islam no obliga a las mujeres a asistir a la oración comunitaria en la mezquita, dondequiera que las mujeres se reúnan, se las alienta a ofrecer las oraciones fard en congregación. En este caso, quien lidere la plegaria debe situarse al medio de la primera fila, no enfrente, y no deben pronunciar el adhân o la iqâmah. Esto es lo que Umm Salamah, la esposa del Profeta , acostumbraba hacer cuando dirigía a otras mujeres en oración.[9]
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[1] Idem, 6/178, 179, Kitâb salâh al ‘îdain, bâb ibâhah jurûy an nisâ' fi al ‘îdain ila al musalla.

[2] Idem., 6/179, Kitâb salâh al ‘îdain, bâb ibâhah jurûy an nisâ' fi al ‘îdain ila al musalla.

[3] Idem., 6/180, Kitâb salâh al ‘îdain, bâb ibâhah jurûy an nisâ' fi al ‘îdain ila al musalla.

[4] Fath Al Bâri', 2/469, Kitâb al ‘îdain, bâb idha lam iakun laha yilbâb fi al ‘îd.

[5] Fath Al Bâri', 2/469, Kitâb al ‘îdain, bâb idha lam iakun laha yilbâb fi al ‘îd.

[6] Fath Al Bâri', 2/466, Kitâb al ‘îdain, bâb mau‘idhah al imâm an nisâ' iaum al ‘îd; Sahîh Muslim, 6/174, Kitâb salâh al ‘îdain.

[7] Ibn Hayar mencionó en Fath Al Bâri', 2/468, que ella era Asmâ' Bint Iazîd Ibn As Sakan, conocida como vocera de las mujeres, y una persona muy confiable.

[8] Fath Al Bâri', 2/466, Kitâb al ‘îdain, bâb mau‘idhah al imâm an nisâ' iaum al ‘îd; Sahîh Muslim, 6/171, Kitâb salâh al ‘îdain.

[9] Ver Ibn Al Yauzi, Ahkâm An Nisâ', 186, 204 (Edición de Beirut); Ibn Qudâmah, Al Mugni, 2/ 202 (Edición de Riyadh)

LA MUJER MUSULMANA

Ella puede asistir a las oraciones yamâ‘ah (comunitarias) en la mezquita El Islam ha excusado a las mujeres de la obligación de asistir a la oración de yamâ‘ah en la mezquita, pero al mismo tiempo se les permite ir a participar de la yamâ‘ah con la condición de que vistan correctamente para no causar ninguna tentación. En verdad, las primeras mujeres musulmanas salían a rezar en la mezquita detrás del Profeta .
Dijo ‘Â'ishah :

"El Mensajero de Allah solía rezar el fayr (oración de la madrugada) y las creyentes rezaban con él envueltas en sus vestiduras; luego ellas regresaban a sus hogares, y nadie las reconocía."[1] Y:

"Las creyentes solían participar de la oración del fayr con el Mensajero de Allah envueltas en sus vestiduras. Luego regresaban a sus hogares después de haber finalizado la oración, y nadie las reconocía por la oscuridad." [2]

El Profeta acostumbraba a acortar su plegaria si escuchaba llorar a un niño, porque comprendía la preocupación que estaría sintiendo la madre. En un Hadîz cuya autenticidad está comprobada, él dijo:

"Comencé la oración con la intención de hacerla prolongada, pero entonces escuché a un niño llorando, así que acorté mi oración, pues conocía el apremio que estaba padeciendo la madre debido al llanto." [3]
Allah demostró una gran misericordia hacia las mujeres, librándolas de celebrar las cinco oraciones obligatorias en congregación, en la mezquita. Si Allah hubiera determinado esto como obligatorio, hubiera colocado una carga intolerable sobre las mujeres, y no hubieran sido capaces de cumplirla. Así como vemos a muchos hombres faltando a la oración regularmente en la mezquita y no encontrando otra elección mas que orar dondequiera que se encuentren, ya sea en el lugar de trabajo o en el hogar. La pesada carga de las mujeres (los quehaceres domésticos y la atención a las necesidades de su marido y sus niños) no les permite abandonar la casa cinco veces al día; sería imposible para ellas hacer esto. De ese modo, se vuelve suficientemente palpable la sabiduría que hay detrás de limitar la asistencia obligatoria de las mujeres a la mezquita. Su oración en el hogar está descripta como mejor para ella que su oración en la mezquita, pero Allah le concedió la libertad de elección: ella puede rezar en el hogar si así lo desea, o puede ir a rezar a la mezquita. Si ella pide permiso a su esposo para salir hacia la mezquita, él no puede impedírselo, tal como el Profeta lo expresó en varios Ahâdîz, por ejemplo:

"No impidáis a vuestras mujeres ir a la mezquita, aunque sus hogares son preferibles para ellas." [4]

"Si vuestras esposas os piden permiso para ir a la mezquita, no se lo neguéis." [5]
Los hombres hicieron caso de la orden del Profeta , y permitieron a sus mujeres ir a la mezquita, aún cuando esto iba en contra de sus propios deseos. No hay indicación más exacta de esto que el Hadîz de ‘Abdullah Ibn ‘Umar en el cual manifiesta:

"Una de las esposas de ‘Umar acostumbraba a rezar el fayr y el ‘ishâ' en congregación, en la mezquita. En cierta ocasión le fue preguntado: '¿Por qué vas a la mezquita cuando sabes que a ‘Umar le desagrada y es un hombre celoso?' Dijo ella: '¿Qué es lo que lo detiene de prohibirme hacerlo?' Él respondió: 'Las palabras del Mensajero de Allah: "No impidáis a las siervas de Allah asistir a las mezquitas de Allah ."" [6]

En conformidad a las enseñanzas del Profeta que permitían a las mujeres asistir a la mezquita, y que prohibían a los hombres impedirles hacer tal cosa; las mezquitas estuvieron colmadas de mujeres, yendo y viniendo, tanto en los tiempos del Profeta , como en los sucesivos períodos donde fue posible. Las mujeres venían a la oración, asistían a los sermones y clases, y tomaban parte activa en la vida pública del Islam. Esta era la situación en la época que fue prescrita la oración comunitaria a los musulmanes. Los musulmanes solían rezar en dirección a Bait Al Maqdis (Jerusalén), antes que la Qiblah fuera cambiada por la Sagrada Ka‘bah. Cuando fue revelado el mandato de Allah de tomar a la Ka‘bah como Qiblah, los hombres y mujeres que estaban rezando en dirección a Palestina orientaron sus rostros en dirección a la Ka‘bah, lo cual significó que los hombres y las mujeres tuvieron que cambiar de lugar. [7]

La mezquita fue y continúa siendo el centro de luz y guía para los musulmanes; en este ambiente de pureza se realizan actos de culto y desde su minbar se trasmiten mensajes de veracidad y guía. Desde los albores del Islam, la mujer musulmana ha tenido un rol que jugar dentro de la mezquita.
Existen muchos relatos Sahîh, confirmatorios de la presencia y el rol de las mujeres dentro de la mezquita. Éstos describen cómo las creyentes participaban en el Salâh Al Yumu‘ah, la oración del eclipse, y las oraciones del ‘Îd, respondiendo al llamado del Mu'adhdhin para unirse a la oración.

Un registro de Sahih Muslim nos cuenta que 'Umm Hishâm Bint Hârizah Ibn An Nu‘mân dijo:

"No memoricé (la Sûrah) Qâf, Por el Glorioso Corán...', de otro que no fuese el propio Profeta , ya que él la recitaba desde el minbar todos los viernes, cuando impartía el sermón al pueblo." [8]

El Imâm Muslim también narró que la hermana de ‘Amrah Bint ‘Abd Ar Rahmân dijo:

"Yo aprendí (la Sûrah) 'Qâf, Por el Glorioso Corán...' del propio Profeta , cuando la recitaba todos los viernes desde el minbar." [9]
El Profeta enseñó a los musulmanes a prepararse a sí mismos, y a que se presentaran con un aspecto pulcro y limpio a las oraciones en yamâ‘ah (comunidad), fomentando tanto a hombres como mujeres a tomar un baño (gusl):

"Quien vaya a la yamâ‘ah, sea hombre o mujer, tiene que tomar un baño primero."[10]

Los relatos de Hadîz, también nos narran que Asmâ' Bint Abî Bakr asistió a la oración del eclipse (Salâh Al Kusûf) junto al Profeta . En cierto momento, ella no pudo escuchar las palabras del Profeta claramente, de modo que preguntó a un hombre que estaba cerca lo que él estaba diciendo. Este Hadîz está registrado por Al Bujâri bajo la autoridad de la propia Asmâ':


"El Mensajero de Allah se puso de pie para dirigirse a nosotros (después de la oración del eclipse), y nos habló acerca de la prueba a la que la persona será sometida en la tumba. Al mencionar esto, los musulmanes se alarmaron un tanto, y eso me impidió escuchar la última parte del discurso del Profeta. Cuando el bullicio cesó, le pregunté a un hombre que estaba próximo a mí: '¡Qué Allah te bendiga! ¿Qué fue lo que dijo el Mensajero de Allah al final de su discurso?' Él me dijo: 'Me ha sido revelado que seréis puestos a prueba en la tumba con algo similar en severidad a la prueba del Dayyâl. (Se refiere a la fitnah o sedición de la tumba)" [11]
Al Bujâri y Muslim también recopilaron otro relato de Asmâ', en el cual ella dice:

"Hubo un eclipse solar en tiempos del Profeta . Terminé lo que estaba haciendo, y luego fui hacia la mezquita y vi al Mensajero de Allah de pie (en posición de oración), de modo que me uní a él. Permaneció parado durante tan largo rato que sentí la necesidad de sentarme, no obstante, advertí la presencia de una mujer, quien lucia débil y cansada; así que me dije a mí misma: Esta mujer es más débil que yo, por lo tanto debo continuar de pie. Entonces él inclinó la cabeza permaneciendo en esa posición durante un largo tiempo; a continuación levantó su cabeza y permaneció de pie durante tan prolongado tiempo, que si alguien hubiese llegado en ese momento hubiera pensado que aún no se había inclinado en rukû‘. Él completó la oración cuando terminó el eclipse, luego se dirigió al pueblo alabando y glorificando a Allah primeramente."[12]
Durante esta época dorada del tiempo del Profeta , la mujer musulmana conocía acerca de su religión y estaba deseosa de comprender los eventos y asuntos que preocupaban a los musulmanes, tanto en este mundo como en el próximo. Cuando escuchaba el llamado a la oración, salía apresuradamente hacia la mezquita para oír las palabras del Profeta desde el minbar, guiando y enseñando a la gente. Fâtimah Bint Qais, una de las primeras mujeres emigrantes a Al Madînah, dijo:


"El pueblo era llamado a la oración, por eso salía deprisa junto a las otras hermanas para concurrir a la mezquita y orar con el Mensajero de Allah . Yo me ubicaba en la primera fila de las mujeres, la cual estaba justo detrás de la última de los hombres." [13]

Está claro en los Sahîh anteriormente citados, que las mujeres musulmanas asistían a la mezquita en distintas ocasiones y que esa asistencia era una costumbre ya aprobada en tiempos del Profeta . Cierta vez, una mujer fue atacada cuando iba en camino a la mezquita, sin embargo este incidente nada hizo para que el Profeta tuviera alguna reserva en impedir que las mujeres fueran a la mezquita. Él siguió permitiéndoles el libre acceso y prohibió a los hombres que se lo impidieran, debido al beneficio del tipo espiritual, mental y de otra índole, que hay para ellas al asistir a la mezquita de tiempo en tiempo.

Uâ'il Al Kindi relató que una mujer había sido asaltada por un hombre en la oscuridad de las primeras horas de la madrugada, mientras estaba en camino hacia la mezquita. Ella gritó pidiendo auxilio a un transeúnte. Este hombre se fue a pedir ayuda, y poco tiempo más tarde, un gran grupo de gente acudió a su llamado de auxilio. Entonces, ellos detuvieron al hombre que había pedido ayuda en primera instancia, mientras que su atacante huía. De esa manera, trajeron al inocente ante ella y éste le dijo: "Yo soy quien respondió a tú llamado de auxilio; el otro hombre escapó." Luego lo llevaron ante el Mensajero de Allah y le dijeron que él había asaltado a la mujer y lo habían reducido mientras se estaba escapando." Dijo el hombre. "Yo fui el primero que respondió a su pedido de auxilio en contra de su atacante, pero esta gente me capturó y me trajo aquí. La mujer dijo: "Está mintiendo, él fue quien me atacó." El Mensajero de Allah entonces dijo: 'Llevadlo afuera y apedreadlo.' En ese momento, un hombre se levantó y dijo: 'No lo apedreéis, apedreadme a mí, ya que soy yo quien lo hizo.' Ahora el Mensajero de Allah tenía a tres personas ante él: quien había asaltado a la mujer, quien la había socorrido y la propia mujer. Entonces le dijo al atacante: "En cuanto a ti, Allah te ha perdonado." Luego se dirigió a quien había ayudado a la mujer y le habló con palabras cordiales. ‘Umar dijo posteriormente: "Apedread a quien ha admitido el crimen de adulterio." El Mensajero de Allah entonces dijo: "No, él ya se ha arrepentido ante Allah - Yo pienso que - con un acto de arrepentimiento tan grande que si el pueblo de Al Madînah se arrepintiera de esa forma sería aceptado de ellos."[14]

El Profeta apreciaba las condiciones de las mujeres que asistían a las oraciones comunitarias, por tal razón solía ser benévolo con ellas acortando la plegaria si escuchaba el llanto de un niño, a fin de que la madre no se angustiara - como lo hemos visto en un Hadîz citado anteriormente. Cierta vez retrasó la oración del ‘ishâ', y ‘Umar le llamó diciendo:

"Las mujeres y los niños ya se han ido a dormir." El Profeta salió a la luz y dijo: 'Nadie sobre esta tierra está esperando por esta oración, excepto tú." [15]

Varios de los Sahîh describen cómo acostumbraba a organizar el Profeta la concurrencia de las mujeres a las oraciones comunitarias, por ejemplo: el Hadîz recopilado por Muslim.

"Las mejores filas para los hombres son aquellas situadas adelante y las peores son las de atrás; las mejores filas para las mujeres en cambio, son las de atrás, y las peores son las de adelante". [16]

Otro Hadîz registrado por Al Bujâri aborda el tema de dar espacio a las mujeres para abandonar la mezquita antes que los hombres, después de finalizada la oración. Hind Bint Al Hâriz mencionó que Umm Salamah, la esposa del Profeta , le dijo que en la época del Profeta , las mujeres se levantaban para irse cuando finalizaban las oraciones obligatorias, mientras que el Mensajero de Allah y los hombres que estaban junto a él esperaban hasta que fuera la voluntad de Allah . Cuando el Mensajero de Allah se levantaba para marcharse, entonces los otros hombres recién lo hacían.[17]

Al Bujâri y Muslim, también registraron un Hadîz relativo a cómo deben llamar la atención del Imâm por medio del aplauso las creyentes, para corregirle algo durante la oración. Dijo Sahl Ibn Sa‘d As Sâ‘idi:

"El Mensajero de Allah dijo: '¿Por qué os veo aplaudir tanto?' Quien se percate de algún error en mi oración debe decir: "Subhânallah", y al hacer esto me alertaréis del error. El aplaudir es solamente para las mujeres." [18]

El número de musulmanas que asistía a la mezquita se incrementaba diariamente, hasta que en la época de los Abasíes, llegaron a colmar la explanada de la mezquita, y los hombres no tenían otra elección que orar detrás de ellas. Este fue el veredicto (Fatua) del Imâm Mâlik, tal como fue registrado en Al Mudauuanah Al Kubra: Dijo Ibn Al Qâsim: Pregunté a Mâlik sobre la gente que va a la mezquita y encuentra el patio (de la mezquita) lleno de mujeres, y la propia mezquita llena de hombres ¿pueden aquellos hombres rezar con el Imâm detrás de las mujeres? Mâlik respondió: "Su oración es válida, ellos no necesitan repetirla"[19]

Pero la salida de las mujeres hacia la mezquita no debe ser motivo de conflictos (fitnah). Y las creyentes se deben comportar con arreglo a las enseñanzas islámicas de pureza de pensamiento y comportamiento. Si por alguna razón, existiera el temor de fitnah asociado con la salida de las mujeres hacia la mezquita, entonces es conveniente para ellas orar en el hogar, y deben acatarlo. Esto es lo que está indicado en el Hadîz de Ibn ‘Umar citado anteriormente, en el cual el Profeta dijo:
"No impidáis a vuestras mujeres asistir a la mezquita, aunque sus hogares son preferibles para ellas."

Pareciera que algunos hombres temen la posibilidad de fitnah, y toman esto como excusa para prohibir a sus mujeres ir a la mezquita. Esto se debe a que el Profeta prohibió a los hombres impedir a las mujeres la asistencia a la mezquita de vez en cuando. Esto es lo que fue indicado en la primera parte del Hadîz arriba citado. Otro Hadîz confirma la agudeza del Profeta para con las mujeres que asisten a reuniones en la mezquita, por ejemplo el registro de Muyâhid Ibn ‘Umar: Dijo El Profeta :

"No impidáis a las mujeres asistir a la mezquita de noche." Uno de los hijos de ‘Abdullah Ibn ‘Umar dijo: 'Nosotros no las dejaremos salir afuera, porque provocan la desviación y la sospecha.' Ibn ‘Umar le reprendió y le dijo: 'Os dije que el Mensajero de Allah mencionó tales y cuales cosas y dijisteis: '¡No, nosotros no las dejaremos ir!' "[20]

Bilâl Ibn ‘Abdullah Ibn ‘Umar relató de su padre que el Profeta dijo lo siguiente:

"No neguéis a las mujeres su parte de la mezquita, si ellas piden vuestro permiso." Dijo Bilâl: '¡Por Allah , ciertamente que se lo impediremos (de ir a la mezquita)! ‘Abdullah (su padre) le dijo: "Te dije que el Mensajero de Allah dijo tales y cuales cosas, y tú dices: '¡Ciertamente que se lo impediremos!" [21]

El Profeta dijo:

"No impidáis a vuestras mujeres la asistencia a la mezquita, si ellas buscan vuestro permiso para hacerlo." [22]

"No impidáis a las siervas de Allah asistir a las mezquitas de Allah."[23]

"Si vuestras mujeres (ya sea de vuestra familia, tribu o sociedad) procuran vuestro permiso para ir a la mezquita, entonces dejadlas hacer eso."[24]

Les está permitido a las creyentes participar de las reuniones de los musulmanes en la mezquita, ya que hay tanto provecho por sacar de éstas; no obstante, se aplican ciertas condiciones a este permiso, la más importante de las cuales es que la mujer que vaya a la mezquita no deberá utilizar perfume o maquillaje alguno. Zainab Az Zaqafiiah narró que el Mensajero de Allah dijo:
"Si alguna de vosotras desea concurrir a la oración del ‘ishâ', no deberá usar perfume esa noche."[25]

Otros numerosos Ahâdîz también prohíben a las creyentes el uso del perfume cuando se dirigen hacia la mezquita, por ejemplo el siguiente: "Si alguna de vosotras fuera hacia la mezquita, no deberá usar perfume."[26]
"Cualquier mujer que se haya perfumado con incienso, no deberá asistir a las oraciones del ‘ishâ' con nosotros."[27]



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[1] Fath Al Bâri', 1/482, Bâb fi kam tusalli al mar'ah fi az ziâb.

[2] (Al Bujâri y Muslim) Ver Sharh As Sunnah, 2/195, Kitâb as salâh, Bâb ta‘yîl salâh al fayr.

[3] (Al Bujâri y Muslim) Ver Sharh As Sunnah, 3/410, Kitâb as salâh, Bâb at tajfîf li amrin iahduz.

[4] Abû Dâûd, 1/221, Kitâb as salâh, Bâb ma yâ'a fi jurûy an nisâ' ila al masyid; Ahmad, 2/76. Es un Hasan li gairihi.

[5] Fath Al Bâri', 2/351, Kitâb al adhân, Bâb isti'dhân al mar'ah zauyuha bi al jurûy ila al masyid; Sahîh Muslim, 4/161, Kitâb as salâh, Bâb jurûy an nisâ' ila al masâyid.

[6] Fath Al Bâri', 2/382, Kitâb al yumu‘ah, bâb al idhn li an nisâ' bi al jurûy ila al masâyid.

[7] Ver Fath Al Bâri', comentario sobre el Sahîh Al Bujâri, 1/506, Kitâb as salâh, Bâb ma yâ'a fi al qiblah; Sahîh Muslim, 5/10, Kitâb as salâh, Bâb tahuîl al qiblah min al quds ila al ka‘bah.

[8] Sahîh Muslim, 6/162, Kitâb al yumu‘ah, Bâb tahiiah al masyid ua al imâm iajtub.

[9] Sahîh Muslim, 6/160, Kitâb al yumu‘ah, Bâb jutbah al hâyah

[10] Este Hadîz narrado por ‘Abdullah Ibn ‘Umar, está registrado por Abû ‘Auânah, Ibn Juzaimah e Ibn Hibbân en sus Sahîh; ver también Fath Al Bâri', 2/357, Kitâb al yumu‘ah, Bâb fadl al gusl iaum al yumu‘ah.

[11] Ver Fath Al Bâri', 3/236, 237, Kitâb al yanâ'iz, Bâb ma yâ'a fi ‘adhâb al qabr.

[12] Ver Fath Al Bâri', 2/529, Kitâb al kusûf, Bâb as sadaqah fi al kusûf; Sahîh Muslim, 6/212, Kitâb al kusûf, Bâb ma ‘urida ‘ala an nabi fi as salâh al kusûf min al yannah ua an nâr.

[13] Ver Sahîh Muslim,18/84, Kitâb al fitan ua ashrât as sâ‘ah, Bâb qâdiiah al yassâsah.

[14] Relatado por Ahmad, ver Silsilah Al Ahâdîz As Sahîhah, nº 900, 2/601.

[15] Ver Fath Al Bâri', 2/347, Kitâb al adhân, bâb jurûy an nisâ' ila al masâyid, Sahîh Muslim, 5/137, Kitâb al masâyid, bâb uaqt al ‘ishâ' ua ta'jîriha.

[16] Sahîh Muslim, 4/159, Kitâb as salâh, bâb tasuiiah as sufûf ua iqâmatiha.

[17] (Al Bujâri y Muslim) Ver Sharh As Sunnah, 3/373, Kitâb as salâh, bâb at tasbîh idha nâbahu shai'un fi as salâh.

[18] (Al Bujâri y Muslim) Ver Sharh As Sunnah, 3/273, Kitâb as salâh, bâb at tasbîh idha nâbahu shai'un fi as salâh.

[19] Al Mudauuanah, 1/106.

[20] Ver Sahîh Muslim, 4/161, 162, Kitâb as salâh, bâb jurûy an nisâ' ila al masâyid.

[21] Idem, 4/162, 163.

[22] Idem, 4/161.

[23] Fath Al Bâri', 2/382, Kitâb al yumu‘ah, bâb al idhn li an nisâ' bi al jurûy ila al masâyid; Sahîh Muslim, 4/161, Kitâb as salâh, bâb jurûy an nisâ' ila al masâyid.

[24] Sahîh Muslim, 4/161, Kitâb as salâh, bâb jurûy an nisâ' ila al masâyid.

[25] Idem, 4/163

[26] Idem, 4/163

[27] Idem, 4/163

LA MUJER MUSULMANA

Reza regularmente cinco veces al día
La mujer musulmana ofrece cada una de las cinco oraciones diarias en su apropiado tiempo, y no permite que sus quehaceres domésticos o sus deberes como esposa y madre le impidan llevarlas a cabo. La oración es el pilar de la religión, quien establezca la oración establece la fe también, y quien descuida la oración destruye la fe.[1] La oración es el mejor y más noble de los actos, tal como el Profeta lo explicó en el Hadîz narrado por ‘Abdullah Ibn Mas‘ûd :
“Pregunté al Mensajero de Allah: ‘¿Cuál es la acción más amada por Allah ? Él contestó: Celebrar cada oración en su debido tiempo. Luego le pregunté: ¿Y luego cuál? Él dijo: “Tratar a vuestros padres con misericordia y respeto.” Y luego de ese acto ¿cuál? Él dijo: El yihâd (la lucha) por la causa de Allah .”[2]
La oración es el vínculo entre el siervo y su Señor. Es la rica fuente de la cual una persona deriva su fuerza, constancia, misericordia y satisfacción; y es un medio para borrar las manchas de sus pecados. Abû Hurairah narró lo siguiente:
“Escuché al Mensajero de Allah decir: ‘¿Qué pensaríais si hubiera un río corriendo cerca de la puerta de vuestros hogares, y os bañais en él cinco veces al día, habría algún rastro de suciedad en vosotros?' Y la gente respondió: 'No, no habría ningún rastro de suciedad o impureza en nosotros. El Profeta dijo entonces: Esto es como las cinco oraciones diarias, a través de las cuales Allah borra los pecados.”[3] (Sharh As Sunnah 2/175)
Yâbir relató que el Mensajero de Allah dijo:

“Las cinco oraciones diarias son como un río profundo que fluye por la puerta de vuestros hogares, y en el cual os bañáis cinco veces todos los días.”[4]

La oración es una gracia que Allah ha concedido a Sus siervos; ellos buscan su sombra cinco veces al día y adoran a su Señor, glorificándolo, pidiendo por Su ayuda y procurando Su misericordia, guía y perdón. Por lo tanto, la oración, se convierte en un medio de purificación para quienes oran, sean éstos hombres o mujeres, limpiándose de todos sus pecados.

‘Uzmân Ibn ‘Affân relató:

“Oí al Mensajero de Allah decir: ‘No hay ningún musulmán, que, cuando llegue el momento de la oración, no realice el udû' (ablución) debidamente, concentrado en su oración, y se incline correctamente, sin que su oración sea una expiación por los pecados cometidos previamente, siempre que no haya cometido uno grave. Esta es la condición hasta el fin de los tiempos.” [5] (Sahîh Muslim 3/112)

Existen muchos Ahâdîz que hablan de la importancia del salâh y las bendiciones que trae a los hombres y mujeres que hacen la oración, y el precioso fruto de beneficios que ellos y ellas cosecharán de tal modo, cada vez que estén frente a Allah en una actitud de humildad y arrepentimiento.

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[1] Ver Ihiâ' ‘Ulûm Ad Dîn, 1/147.

[2] Ver Sharh As Sunnah del Imâm Al Bagaui, 2/176 (Kitâb as salâh, Bâb fadl as salauât al jams); editado por Al Maktab Al Islâmi.

[3] Ver Kitâb as salâh, Bâb fadl as salauât al jams.

[4] Ver Sahîh Muslim bi Sharh An Nauaui, Kitâb al masâyid, bâb fadl as salâh al maktûbah fi yamâ‘ah, 5/170, editado por la Oficina Central de Investigación Académica, Iftâ' y Da‘uah de Arabia Saudita.


[5] Kitâb at tahârah, Bâb fadl al udû' ua as salâh ‘aqibahu.

Ella adora a Allah

No constituye sorpresa alguna que la auténtica creyente musulmana adore a su Señor con fervor, porque sabe que está obligada a observar todos los mandatos que Allah ha ordenado a todo musulmán, sea éste hombre o mujer. Por tal motivo, ella lleva a cabo sus deberes islámicos de forma adecuada, sin aducir excusas o compromisos, y sin ser negligente.

La mujer musulmana y su Rabb (Señor)

La creyente es una persona prudente

Una de las características distintivas más sobresalientes de la mujer musulmana es su profunda fe en Allah y su sincera convicción de que cualquier cosa que suceda en este universo, y cualquiera sea el destino acaecido sobre los seres humanos, solamente es el resultado de la voluntad y el decreto de Allah, y que éste no hubiera podido ser evitado. El ser humano no tiene más elección en esta vida que esforzarse por seguir el camino recto y realizar buenas acciones -actos de adoración y otros- por medio de los cuales, una persona puede colocar toda su confianza en Allah , someterse a Su voluntad, y creer que siempre necesitará del auxilio y el apoyo de Allah.

La historia de Hâyar brinda el más maravilloso ejemplo a la mujer musulmana de profunda fe en Allah y sincera confianza en Él. Abraham (u) dejó a Hâyar en la Ka‘bah en Makkah, cerca de lo que es hoy el manantial de agua de Zamzam, en una época en que no estaba habitada, ni existía tal fuente de agua en el lugar. Hâyar no tenía a nadie consigo, salvo su pequeño hijo Ismael. Ella preguntó entonces a Abraham serenamente y sin ningún rastro de pánico en su rostro: “¿Ha sido Allah quien te ordenó realizar esto, ¡Oh Abraham!? A lo que Abraham replicó: “Sí”. Entonces fue cuando surgió una frase que reflejó su aceptación y optimismo: “Entonces Él no nos va a abandonar.” (Narrado por Al Bujâri en Kitâb Al Anbiiâ'[1])

Aquí nos encontramos frente a una situación extremadamente difícil. Un hombre deja a su esposa y a su pequeño hijo en una tierra árida, donde no hay plantas ni agua, ni tampoco poblados cercanos. Abraham regresa a la distante tierra de Palestina, no dejando nada con ella, excepto un saco de dátiles y un pellejo de cuero lleno de agua. Si no fuera por la profunda fe y confianza en Allah que embargó el corazón de Hâyar, ella no habría sido capaz de enfrentar semejante situación difícil. Ella quizás hubiera decaído inmediatamente, y no hubiera llegado a ser la mujer cuyo nombre será siempre recordado día y noche por aquellos que llevan a cabo el Hayy y la 'Umrah a la casa de Allah , cada vez que beben del agua pura de Zamzam, y corren entre las colinas de Safa y Maruah, tal como lo hizo Hâyar en ese día de prueba sumamente crucial.

Esta profunda fe y conciencia tuvo un sorprendente efecto en la vida de los hombres y mujeres musulmanas: despertó sus conciencias y les recordó que Allah atestigua y conoce todos los secretos. Y que Él está con Sus criaturas, dondequiera que éstas se encuentren. Nada nos brinda más clara idea de esta conciencia y temor a Allah en todos los tiempos que la historia de la joven musulmana narrada en Sifah As Safuah y en Uafiiât Al A‘iân y citada por Ibn Al Yauzi en su libro Ahkâm An Nisâ'. (Pág. 441-112):

“Narró 'Abdullah Ibn Zaid Ibn Aslam de su padre, y éste de su abuelo, quien dijo: ‘Cuando estaba acompañando a ‘Umar Ibn Al Jattâb durante su patrulla nocturna por Al Madînah, de pronto él se sintió cansado así que se apoyo contra un muro. Era plena medianoche, cuando escuchamos a una mujer decir a su hija: "¡Oh, hija mía levántate y mezcla esta leche con algo de agua!" Dijo la muchacha: "¡Oh, madre! ¿Acaso hoy no escuchaste el decreto del jefe de los creyentes (Amîr Al Mu'minîn)? La madre preguntó: "¿De qué se trata?" La muchacha respondió: "Él ordenó a alguien que anuncie en voz alta que la leche no debe ser mezclada con agua." La madre dijo entonces: "Levántate y ve a mezclar la leche con agua, pues tú estás en un lugar donde ‘Umar no puede ver lo que haces." La muchacha respondió a su madre: "No puedo obedecer a Allah en público y desobedecerlo en privado." ‘Umar , al escuchar estas palabras me dijo: "¡Oh, Aslam! Ve a aquel lugar y averigua quién es esa joven, a quién estaba hablando, y si ella tiene un marido. Así, fui al lugar y vi que ella no estaba casada, y la otra mujer era su propia madre, y tampoco tenía esposo. Volví hasta ‘Umar de nuevo y le conté lo que había descubierto. Luego convocó a todos sus hijos y les dijo: "¿Alguno de vosotros quiere que yo le consiga una esposa? Si yo tuviera deseo de casarme sería el primero en contraer matrimonio con esta jovencita." Entonces ‘Abdullah dijo: "Yo tengo esposa." Luego ‘Abd Ar Rahmân dijo: "Yo tengo esposa." Y finalmente ‘Âsim dijo: "Yo no tengo esposa, así que dejadme desposarla." De este modo ‘Umar hizo arreglos para que la jovencita se casara con ‘Âsim. Ella le dio una hija, quien más tarde fue la madre de ‘Umar Ibn ‘Abd Al ‘Azîz."

Este es el profundo sentido de piedad que el Islam había implementado en el corazón de esta joven mujer. Ella era honrada y recta en todos sus asuntos, sean éstos públicos o privados, porque creía con convicción que Allah estaba con ella todo el tiempo, observando y escuchando todo lo que hacia. Ésta es la verdadera fe, y éstos son los resultados de esa fe que la elevaron al nivel del ihsân. Una de las recompensas inmediatas con la cual Allah la agració fue ese matrimonio bendito, uno de cuyos descendientes fue el quinto Jalîfah bien guiado: 'Umar Ibn ‘Abd Al ‘Azîz .

La ‘Aqîdah (fe) de la verdadera musulmana es pura, clara, y libre de cualquier estigma de ignorancia, ilusión o superstición. Esta ‘Aqîdah está basada en la fe en Allah , El Único, El Más Elevado, El Eterno, Quien es capaz de ejecutar todas las cosas, Quien tiene el control sobre el universo entero, y a Quien todas las cosas deben retornar:

[Pregúntales: ¿Quién tiene en Sus manos la soberanía de todas las cosas, y puede amparar a quien Él quiere y nadie puede protegerse de Su castigo [si así lo decreta], si lo sabéis? Sin duda que dirán: Allah. Diles: ¿Cómo entonces desvariáis [y os apartáis de la verdad]?] (23:88-89)

Ésta es la pureza y profunda fe que acrecienta el temperamento de la mujer musulmana en fuerza, entendimiento y madurez; para que ella perciba la vida tal como realmente es: un lugar de examen cuyos resultados serán percibidos el Día que indudablemente llegará.

[Diles [¡Oh, Muhammad!]: Allah es Quien os da la vida, la muerte, y luego el Día indubitable de la Resurrección os congregará [para juzgaros]. Pero la mayoría de los hombres lo ignoran.] (45:26)

[¿Acaso creíais que os creamos sin ningún fin, y que no ibais a comparecer ante Nosotros?] (23:115)

[Bendito sea Aquél en Cuyas manos está el reino, y tiene poder sobre todas las cosas. Él es Quien creó la muerte y la vida para probaros y distinguir quién de vosotros obra mejor. Él es Poderoso, Absolvedor.] (67:1-2)

Ese Día el hombre será compelido a dar testimonio de sus actos. Si éstos fueron buenos, será bueno para él, pero si éstos fueron malos, será malo para él también. No habrá la más mínima injusticia:
[Hoy cada alma será juzgada por lo que haya realizado [en la vida mundanal]. Hoy no se cometerá injusticia alguna. En verdad, Allah es rápido en ajustar las cuentas.] (40:17)

La balanza (en la cual serán pesadas las acciones del hombre) medirá todo con la máxima precisión, ya sea a favor o en contra de la persona.

[Quien haya realizado una obra de bien, por pequeña que fuere, verá su recompensa. Y quien haya realizado una mala obra, por pequeña que fuere, verá su castigo.] (99:7-8)
Nada podrá ser ocultado al Señor de la Gloria en ese día, ni aunque fuere tan insignificante como un grano de semilla de mostaza.

[Y dispondremos la balanza de la justicia [para juzgar a los hombres] el Día del Juicio, y nadie será oprimido. Y todas las obras, aunque sean tan pequeñas como el peso de un grano de mostaza, serán tenidas en cuenta. Ciertamente somos suficientes para ajustar las cuentas.] (21:47)
hay duda alguna de que cuando la verdadera musulmana examine el significado de estas aleyas reflexionará sobre aquel Día crucial. Y se volverá hacia su Señor en obediencia, arrepentimiento y gratitud, buscando realizar tantos actos honrados como fuera capaz de hacer, preparándose así para la vida en el más allá.

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[1] Bâb Iaziffûn. Ver Ibn Hayar, Fath Al Bâri'. Sharh Sahîh Al Bujâri, editado por Dâr Al Ma‘rifah, vol. 6, p. 396.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Biografía de Hamza Ibn Abdul Muttalib

EL León de Dios" y "Señor de los Mártires"


Después de un día lleno de actividad, duro trabajo, oración y diversión, la ciudad de Makka reposaba en un profundo sueño.


Los qureishíes dormían profundamente en sus lechos salvo una persona, que en ese momento abandonaba el suyo, pues se acostaba temprano para luego levantarse con entusiasmo y acudir a su cita con Dios. Dedicaba parte de su tiempo en invocar a Dios y suplicarle continuamente... su esposa despertaba y le rogaba tener piedad consigo mismo y tomarse un merecido descanso. Él respondía con lágrimas que anticipaban sus palabras:

¡Se ha terminado el tiempo de descanso, Jadiya!



Aún no había atraído la atención de su tribu, pese a que algunos ya estaban al tanto de su secreta prédica.


Hasta entonces, eran muy pocos los que habían aceptado su mensaje. Entre los que aún no habían creído en él, había quienes le tenían cariño y respeto. Deseaban de todo corazón poder creerle y unirse a su prédica. Solamente se los prohibían las circunstancias, lo heredado, las presiones de las tradiciones ancestrales y esa indecisión entre el llamado del ocaso y el de un nuevo amanecer.


Uno de esos indecisos era Hamza Ibn Abdel Muttalib (RA), tío del Profeta (PyB) y su hermano de leche.

Hamza conocía la grandeza y magnitud de su sobrino, por ello, estaba consciente de la veracidad de su mensaje y de todas sus características.


Muhammad (PYB) no era sólo su sobrino, era también un hermano y amigo... Ambos eran casi de la misma edad, jugaron, se criaron juntos y siguieron juntos paso a paso durante sus vidas.



Pero poco a poco tomaron rumbos distintos: Hamza empezó a competir con los jóvenes de su edad por gozar de la buena vida y por ganarse un puesto entre los nobles y señores de Makka. Muhammad (PyB), en cambio, se retrajo a la luz de su alma, la que lo iluminó hacia el camino de Dios; el llamado de su corazón lo llevó lejos del bullicio de la vida diaria, hacia una profunda contemplación y preparación para el encuentro con la verdad
A pesar de tomar rumbos distintos, las virtudes de Muhammad (PyB) nunca escaparon a la atención de su tío y merecieron todo su respeto y el de los demás qureishíes.


Hamza salió aquella mañana y, como de costumbre, se encontró con los nobles de Qureish ante la Ka’aba...estos hablaban de Muhammad (PyB). Y por primera vez, Hamza (RA) notó preocupación en los nobles a causa del mensaje de su sobrino.


En sus rostros se notaba enojo, envidia y amargura cuando lo mencionaban. Antes no se preocupaban por él. ¿O sería que lo ocultaban? Ahora se veía en sus caras intensa preocupación e impaciencia.


Hamza (RA)se burló de sus temores... les acusó de exagerar y de evaluar mal la situación... Abu Yahl aseguró que Hamza sabía la magnitud del peligro que significaba su sobrino y el mensaje que predicaba, pero que intentaba suavizar la situación y dar tiempo al triunfo del Mensajero(PyB). Prosiguieron así, con gran alboroto y amenazas. Hamza (RA) sonreía a veces pero lo hacía con cierta amargura. Y cuando se alejaron, quedó solo con las nuevas ideas y conceptos que había oído, y comenzó a meditar profundamente el asunto de su sobrino.



Con el pasar de los días, el murmullo de Qureish seguía en aumento, hasta pasar a ser una clara provocación. De lejos... Hamza vigilaba la situación.


La firmeza de su sobrino lo impresionaba... y su sacrificio por la fe y el Mensaje era algo novedoso para Qureish, a pesar de que la tribu sabía lo que era sacrificio y firmeza.


Pero la duda no podría engañar a Hamza (RA). Él era quien mejor conocía a Muhammad, desde niño,... hasta su honesta y sobria vida adulta. Llegaron casi juntos a este mundo, se habían criado juntos y juntos habían alcanzado la madurez. La vida del Mensajero(PyB) era pura y transparente como los rayos del sol. Hamza no recordaba ningún episodio oscuro respecto a Muhammad; tampoco recordaba haberle visto furioso, desesperado, siendo injusto, o perdido sin rumbo.


Hamza (RA) no solo era fuerte físicamente, sino que gozaba de equilibrio mental y aguda razón. "Sería natural seguir a un hombre conocido por su honestidad y su sinceridad..." pensaba Hamza. Pronto se revelaría la verdad.



Y llegó el día ...
Hamza salió con su arco al desierto para practicar el deporte que tanto amaba y dominaba, la cacería.


Pasó el día cazando; al regresar fue, como de costumbre, hacia la Ka’aba para girar alrededor de ella y luego ir a su hogar.
Cerca de la Ka’aba, alguien le dijo: "¡Oh, padre de Umara!...Si supieras lo que tu sobrino ha recibido de Al Hakam Ibn Hisham...Lo encontró sentado y lo atacó, lo insultó y lo dañó en todas las formas imaginables...".


Hamza (RA) escuchó atentamente, luego aseguró su arco y se dirigió con pasos firmes a la Ka’aba para encontrar a Abu Yahl. Estaba decidido a darle su merecido. Lo encontró conversando con otros noble qureishíes. Se acercó y fríamente le acertó un fuerte golpe con el arco en la cabeza, hasta hacerla sangrar profusamente. Y antes que nadie pudiese reaccionar gritó:
¿Insultas a Muhammad siendo que soy de su religión y digo lo que él dice? Si puedes, responde a lo que te acabo de hacer.


Todos olvidaron el golpe asestado a Abu Yahl, las palabras emitidas por Hamza (RA) fueron como un relámpago, les anunciaba que pertenecía a la religión de Muhammad (ByP).
¿Hamza se convirtió al Islam? ¿El más digno de los jóvenes de Qureish? ¿El indómito?

La islamización de Hamza era una desgracia insoportable para Qureish. Tentaría a muchos otros nobles, y Muhammad (PyB) encontraría quien le apoye y refuerce su posición. ¡Un día Qureish despertaría por los golpes de quienes destruyen sus ídolos y dioses!


Era la verdad: Hamza (RA) había abrazado el Islam; declaró públicamente lo que escondía en su pecho, dejando a los presentes asombrados. Hamza aseguró su arco sobre su hombro y, tal como llegó, se marchó hacia su casa.

Este valeroso guerrero tenía un razonamiento agudo y una mente muy sagaz. Una vez en su hogar, pensó en lo sucedido: ¿Cómo y cuando había declarado su Islam?


Lo había declarado en un lapso de vehemencia, nerviosismo y furia. Había sentido pena por su sobrino, quien era oprimido por los qureishíes sin tener ningún apoyo. Hamza (RA) se enfureció y quiso defender el honor de Bani Hashim, su clan; por eso había herido a Abu Yahl en la cabeza y había exclamado a todos su islamización. Pero...¿Acaso era este el mejor camino para abandonar la religión de sus padres y ancestros, la religión de siglos y siglos. Para adoptar un nuevo credo que aún no probaba sus mandatos, del cual conocía muy poco?

En verdad, Hamza (RA) no dudaba un instante de la sinceridad de su sobrino ni de la nobleza de sus intenciones. Pero...¿Podía recibir una religión con todas sus obligaciones y responsabilidades en un momento de ira como lo había hecho?


Respetaba de todo corazón la religión de su sobrino. Pero, si el destino le tenía preparado ser uno de los seguidores del Islam y su defensor, ¿Cuándo sería la ocasión adecuada para adoptarlo? ¿En un momento de ira y vehemencia o después de un lapso de meditación y estudio?
La rectitud y agudeza de su conciencia, obligaron a Hamza a someter todo el asunto a un nuevo estudio y una revisión detallada y minuciosa.


Meditaba el asunto... Pasaron los días y su mente no conocía el sosiego y pasaron noches enteras sin poder conciliar el sueño.


Cuando anhelamos conocer la verdad por medio del razonamiento, la duda se convierte en un medio para lograrlo. Hamza empezó a usar la razón y la mente para analizar al Islam y establecer una comparación entre la nueva religión y la antigua. En su mente afloraron dudas motivadas por la nostalgia y el apego a la religión de sus padres y ese miedo natural a todo lo nuevo.


Sus recuerdos se concentraban en la Ka’aba, sus dioses e ídolos y las glorias que esos dioses labrados habían traído a Qureish y a Makka.


Apartarse de esta tradición y esta religión de noble antigüedad parecía un abismo difícil de salvar.

Hamza (RA) se asombró de la facilidad con la cual había abandonado la religión de sus ancestros... se lamentó de lo hecho... pero continuó su análisis. Llegó a la conclusión de que la mente no era suficiente... y se refugió en lo oculto con sinceridad y esperanza. Ante la Ka’aba, dirigió sus plegarias devotamente hacia el cielo; pidió ayuda a través de toda luz y fuerza existente en el universo. Tal vez así llegase la guía hacia el sendero recto...
Hamza relataría esto, después, con sus propias palabras: "Fui a la Ka’aba y rogué a Dios que me guíe hacia la verdad y aleje toda duda de mí... Dios me escuchó y lleno mi corazón con certeza."


"Fui al Mensajero de Dios (PyB) y le comenté el asunto. Él invocó a Dios para darle a mi corazón firmeza en el Islam...Y así acepto Hamza el Islam con total convicción”.


Dios fortaleció al Islam a través de Hamza (RA). Este se erigió como un gigante en defensa del Profeta (PyB) y los musulmanes oprimidos.



Abu Yahl, al ver a Hamza entre las filas de musulmanes, dedujo que se había declarado la guerra y comenzó a incitar a los qureishíes para atacar al Profeta (PyB) y a sus seguidores. Al mismo tiempo inició la preparación de una guerra civil a fin de satisfacer su ira y envidia.


Aunque Hamza no podía evitar todo daño contra los musulmanes, su conversión fue como una coraza para los creyentes; y fue, a la vez, aliento para mucha gente que entraba en el Islam. Él y Omar Ibn Al Jattab (RA) hicieron que muchas tribus entraran en el Islam con su conversión. Por la fuerza y dedicación sincera que Hamza puso en su fe, el Profeta (PyB) lo llamó: " El león de Dios y de Su Profeta".
Hamza fue el Emir de los musulmanes en la primera batalla que enfrentaron los creyentes contra los Idólatras. Recibió el primer estandarte que el Mensajero (PyB) entregó a sus generales. Y allí estuvo el León de Dios y de Su Profeta, en Badr, devastando las filas de los idólatras.



Los restos del derrotado ejército qureishí retornaron de Badr a Makka en un estado lamentable. Abu Sufián retornó con el corazón derrotado. Habían dejado el campo de batalla plagado de cadáveres qureishíes. La gente más noble y poderosa había caído: Abu Yahl, Utba Ibn Rabi'a, Shaiba Ibn Rabi'a, Umaia Ibn Jalaf y muchos otros de lo mejor de la aristocracia de Qureish yacían en Badr.


Qureish no iba a dejar la situación así... Comenzaron a preparar la venganza; reunían fuerzas y recordaban la derrota para darse valor en la venganza de su honor y sus muertos.
Qureish insistía en la guerra. Y asi llegó la batalla de Uhud.



Todo Qureish y sus aliados árabes salieron a combatir en esa batalla bajo el mando de Abu Sufián. Los idólatras tenían como objetivo eliminar a dos hombres: Al Mensajero de Dios (PyB) y a Hamza (RA) - Que Dios esté complacido de él.


Los qureishíes tenían un plan para eliminar a Hamza; antes de salir eligieron al hombre encargado de hacerlo. Era un esclavo abisinio de una habilidad sobrenatural con la lanza. Su misión sería seguir a Hamza durante la batalla, no quitar de él la vista. Pasare lo que pasare, debía matar a Hamza. Le prometieron un magnífico premio si lo hacía, lo harían libre. Su nombre era "Uahshi", el salvaje.



Lo enviaron con Hind bint ‘Utba para animarlo más e inducirlo hacia su macabra misión. Hind había perdido a su padre, su tío, su hermano y su hijo en la batalla de Badr. Se le había dicho que Hamza (RA) fue el culpable. Por ello, entre todos los qureishíes, Hind era la que más deseaba acabar con Hamza y vengarse de él. Pagaría cualquier precio por la cabeza del guerrero.


Hind pasó días alimentando el odio y la codicia de Uahshi para no fallar en su misión; llegó a ofrecerle todas sus joyas si asesinaba a Hamza.¡Todas las joyas de Hind, la esposa del jefe de Qureish! Esperaba impaciente la batalla que lo haría libre por fin y, además, inmensamente rico. Así era la conspiración rodeaba y cercaba al noble guerrero, Hamza, "León de Dios”

Al comenzar la batalla, ambos ejércitos se enfrentaron en las afueras de Medina con violencia. Hamza se encontraba entre ellos. Llevaba puesta su armadura completa y adornaba su pecho con la blanca pluma de un avestruz, como era su costumbre en las batallas.


Su habilidad natural para el combate le hacía causar estragos entre los idólatras.
Los musulmanes estuvieron a punto de ganar la batalla, los qureishíes ya se retiraban con estupor; sin embargo, algo falló... los arqueros apostados en la montaña para proteger la retaguardia del ejército musulmán bajaron en tropel para recoger el casi asegurado botín, desobedeciendo así la orden del Profeta (PyB), de cuidar esa retaguardia hasta el final.


La ocasión fue aprovechada por los osados jinetes de Qureish para lanzar un ataque sobre los musulmanes por detrás y abrir una gran brecha en sus filas. Los musulmanes empezaron a reagruparse, pero ya era tarde; algunos hasta habían dejado sus armas en el suelo al ver la batalla ganada. Y la sorpresa fue dura y violenta.

Hamza (RA), al ver tal desastre, duplicó sus esfuerzos y empezó a golpear a diestra y siniestra con su espada. Mientras tanto, Uahshi lo seguía paso a paso, esperando el momento adecuado para eliminarlo.


Pero dejemos que el propio Uahshi nos describa lo sucedido:
"Soy de Abisinia... arrojo la lanza al modo de los de Abisinia, raramente fallo. Al enfrentarse los ejércitos, salí a vigilar a Hamza de cerca. Lo vi entre los guerreros, derribaba violentamente a los hombres con su espada, nada se ponía en su camino. Por Dios que estaba listo para tirarle y matarle; me oculté detrás de un árbol esperando una oportunidad, pero Sibau Ibn Abdel ‘Uzza se me adelantó y Hamza se encargó de acabarlo de una estocada..."
"Entonces balanceé mi lanza, al encontrar el ángulo correcto la arrojé, le acerté en su vientre y lo atravesé con ella... se levantó hacia mí pero no pudo avanzar y cayó muerto..."


"Me acerqué a él y tomé mi jabalina. Luego volví al campamento, no tenía más que hacer, lo había matado para obtener mi libertad."


"Cuando volvimos a Makka me liberaron y allí me quedé hasta que el Profeta (PyB) entró triunfante y la liberó. Ese día huí hacia la cercana Taif..."


"Cuando la gente de Taif se dirigió al Mensajero de Dios (PyB) para entregarse no supe que hacer. Ir a Sham o al Yemen era mi dilema. Por Dios, estando yo en esta encrucijada, un hombre se me acercó y dijo: ¡Qué te sucede! El Profeta de Dios no mata a nadie que entra en su religión..."


"Así fue que llegué a Medina, y me presenté ante el Mensajero (PyB) y declaré el testimonio de la verdad. Al verme, dijo:
¿Tú eres Uahshi?
Respondí: Si, Profeta de Dios.
Me dijo:
Cuéntame cómo mataste a Hamza. Y así lo hice; al terminar mi relato me dijo: ¡Guay de ti! ¡Aléjate de mi vista!
Desde entonces hice lo posible por no cruzarme en su camino, para que no me viese hasta el día de su muerte."
"Cuando los musulmanes salieron a enfrentar a Musailama Al Kaddhab de Al Iamama, salí con ellos. Llevé la jabalina con la que había matado a Hamza. Al enfrentarse los ejércitos vi a Musailama Al Kaddhab ubicarse blandiendo su espada; me preparé para lanzar, balanceando mi jabalina, al ver el ángulo adecuado la arrojé y le acerté de pleno..."


Luego pensé:
"Si maté con esta jabalina a la mejor persona, que era Hamza... ruego a Dios que me perdone al matar con la misma a la peor persona: Musailama el mentiroso."



Y esta es la historia de la muerte del León de Dios y de Su Profeta, un mártir glorioso.-.

Su vida impresionó e impactó a su generación, también lo hizo su muerte. A sus enemigos no les bastó con asesinarlo, después de alistar todos aquellos guerreros para acabar con él y con el Profeta (PyB)!
Hind bint ‘Utba mandó a Uahshi extirparle el hígado a Hamza y traérselo. Uahshi no demoró mucho en satisfacer su demencial deseo. Mientras le alcanzaba el hígado con la diestra, recibía las joyas de Hind, su recompensa, con la izquierda.


Hind, hija de ‘Utba, aquel que murió en manos de los musulmanes en Badr, y esposa de Abu Sufián, jefe de los paganos e idólatras árabes, mordió el hígado de Hamza y lo masticó, como forma de saciar su venganza.

Cuando acabó la batalla, los idólatras volvieron a Makka. El Profeta (PyB) bajó junto a sus compañeros hasta el campo de batalla para ver a los mártires.


Allí estaba, al fondo del valle, viendo los rostros de sus Compañeros, que habían caído por la causa de Dios, los que habían hecho un pacto con Allah y recibirían una gran recompensa. De pronto, se detuvo, miró, calló y apretó los dientes, cerrando sus párpados ante el horror.


Nunca pensó que la crueldad natural del ser humano llegaría a esta brutalidad horrible, descuartizando el cadáver de un hombre caído en batalla, como lo hecho con su tío Hamza Ibn Abdel Muttalib (RA), el León de Dios... y el Señor de los Mártires.


El Profeta (PyB) abrió sus ojos brillantes y los dirigió nuevamente hacia el cadáver de su tío horriblemente despedazado y dijo:
"Jamás me ocurrirá una desgracia igual... nunca estuve ante una situación que me enfurezca tanto como esta"
Miró a sus Sahabas y dijo:
"Si no se apenase Safía - hermana de Hamza- y no llegase a ser tomada como una tradición después de mí, lo dejaría para que quede en los vientres de las fieras y los buitres... Cuando Dios me de la victoria sobre Qureish, donde sea, ¡Me cobraré la vida dé treinta de sus hombres!"


Los Compañeros del Profeta gritaban, a su vez: "¡Por Dios! Si por su ayuda logramos vencerlos, aunque sea una vez en la vida ¡Nos cobraremos de un modo que jamás lo hizo árabe alguno!"


Pero Allah no solo agració a Hamza (RA) con hacerlo mártir, también hizo de él una oportunidad para enseñar al mundo que la justicia debe prevalecer y que la misericordia es un deber y una obligación en cualquier castigo o talión.


Ni bien terminó su amenaza, el Profeta (PyB) recibió la siguiente revelación en el mismo campo de batalla, ante el destrozado cadáver de su tío.
Dios dijo:

Invita a los humanos a la senda de tu Señor, con prudencia y con bella exhortación; refútales de la manera más benevolente; porque tu Señor es el más conocedor de quien se desvía de Su senda, así como también es el más conocedor de los encaminados.
Cuando castigueis, hacédlo del mismo modo que fuisteis castigados, pero si perseveráis, ello será preferible para los perseverantes.
Sé constante, porque tu perseverancia sólo será con la ayuda de Dios; no te apenes por ellos, ni te angusties por sus asechanzas.
Porque Dios está con los piadosos, que son benefactores.

La revelación de estos versículos, en ocasión de su martirio, fue el mejor homenaje que Hamza obtuvo de Dios como recompensa.



El Profeta (PyB), decidió que en esos momentos, la mejor despedida para Hamza era orar por el descanso de su alma tantas veces como mártires hubo en la batalla.


De este modo, el cadáver del guerrero fue llevado hasta el lugar donde se realizaba la oración por los mártires caídos. Allí, en ese campo de batalla, que fue testigo de su heroísmo y le vio caer ensangrentado, oró el Profeta (PyB) y sus Compañeros, por Hamza. Luego, trajeron otro mártir y el Profeta (PyB) oró por los dos, luego se lo llevaron, dejando a Hamza (RA) en su mismo lugar. Trajeron a un tercero, lo pusieron también al lado de Hamza (RA) y el Profeta (PyB) rezó por ambos. Y así se hizo con todos los mártires. El Mensajero (PyB) rezó setenta veces por su tío en ese día.



Cuando los soldados volvían a Medina vieron a las mujeres llorar por sus mártires. El Profeta (PyB), con tristeza, dijo:
¡Nadie llore por Hamza (RA)!
sa'id Ibn Mu'adh, con intención de satisfacer al Profeta, dijo a unas mujeres que lloren por Hamza y ellas lo hicieron. El Profeta (PyB), apenas escuchó sus llantos y lamentos, salió y les dijo:
"No era esa mi intención. Volveos y que Dios se apiade de vosotras. Desde hoy, no habrá más llanto."



Muchos de los Sahabas dedicaron a Hamza (RA) elogios; sin embargo, el mejor elogio fueron las palabras del Profeta ante su cadáver quién dijo:

"Que la misericordia de Dios te alcance, ya que tú fuiste - según sé - bueno y generoso con los parientes y un gran benefactor..."



La pena que el Profeta sentía por la partida de su tío era muy grande... consolarlo en ese momento era algo muy difícil. Sin embargo, el destino guardaba para el Mensajero de Dios (PyB) el mejor consuelo...


Al regresar a su casa despues de la batalla, el Profeta (PyB) pasó frente a una mujer cuyo padre, esposo e hijo habían caído en dicha batalla. Al ver a los soldados musulmanes retornar, fue a preguntarles sobre sus familiares. Le comunicaron la noticia de la muerte de su padre, de su esposo y su hijo. Ella, sin embargo, preguntó ansiosamente: "¿Y cómo está el Mensajero de Dios?" Le dijeron: "Bien, como es tu deseo, gracias a Dios" Dijo: "Muéstrenmelo para verlo"


Los hombres se quedaron junto a ella hasta que el Profeta (PyB) se acercó. Al verlo, le dijo: "Cualquier pérdida, aparte de ti, es algo fácil"
Esa escena fue un verdadero consuelo. El Mensajero sonrió levemente ante tanta generosidad, obediencia y absoluto apoyo.


Las palabras de esta pobre mujer que, después de oír semejante noticia, que derrumbaría montañas, preguntó por el Profeta (PyB), fueron el mejor consuelo que el destino pudo dar al Profeta (PyB) por la pérdida del León de Dios y el Señor de los Mártires.


¡Que Dios bendiga a Hamza!